El costo del dinero en la banca privada se ha reducido de modo gradual desde septiembre pasado, como una medida para atraer más clientes. La tasa activa promedio se ubicó en marzo último en 12,3%, mientras que en septiembre del año pasado esa misma tasa era de 13,3%.
La oferta de créditos es notoria. Llamadas telefónicas, correos electrónicos, para el segmento de personas naturales; visitas ejecutivas, para las empresas. Eso denota que hay liquidez en el sistema bancario, y está bien.
Los bancos no pueden tener ese recurso ocioso, pues la naturaleza del negocio es colocar el dinero y así mover la economía en su conjunto.
La baja de un punto en promedio de las tasas de interés, así como el aumento de los plazos, estimula el crédito, pero el mercado reacciona con cautela.
Los consumidores estudian posibilidades y esperan que los responsables de la política y la economía den señas claras para acceder a créditos que a su vez dinamicen a distintos sectores.
En la construcción es donde más se refleja la contracción. Su reactivación es muy importante por el encadenamiento con otros sectores, más aún si se toma en cuenta que absorbe a la mano de obra menos calificada.
Cuando se instaló la dolarización se dijo que uno de los beneficios sería la baja de los intereses. Hoy, luego de los impactos de la caída del precio del petróleo, el terremoto y las salvaguardias, la economía no se recupera y las tasas de interés pueden ser un factor clave.