El Gobierno elabora un proyecto de flexibilización laboral. Es la nueva realidad que impone la economía afectada por choques externos como el petrolero.
Mientras llegan las reformas para flexibilizar las normas laborales, muchas empresas han rediseñado planes y han proyectado acciones de austeridad.
Varios despidos en el sector productivo son una evidencia que no se puede soslayar. A ello se suma el optimizar, por ejemplo, el pago de horas extras al mínimo indispensable.
La reducción de la jornada laboral de ocho a seis horas diarias o la reformulación de las cuarenta horas en jornadas de cuatro días fueron algunos de los temas que se comentaba en los corrillos sindicales y empresariales , aunque no han trascendido oficialmente los detalles hasta que el grueso del proyecto no esté listo para llegar a la Asamblea Nacional y se lo debata.
La idea es que las demandas empresariales de mano de obra que dejaría esa rebaja de horas sea complementada con empleados y trabajadores que, por ahora, no tengan empleo fijo.
El cobro de los seguros de cesantía muestra también esa nueva realidad.
En tiempos de crisis otros países han debido reducir jornadas laborales. Otras teorías hablan de ampliarlas. Todos buscan producir más o llenar las expectativas insatisfechas de demanda de empleo, algo que, por ahora, ya se muestra como una de las preocupaciones de los ecuatorianos en tiempos de contracción económica.