La fuerza nuclear de Irán ha sido puesta de manifiesto con las maniobras nucleares desplegadas en el estrecho de Ormuz, lugar por el que atraviesa buena parte del petróleo producido en esta estratégica región.
No solo que Irán no fue cauteloso para reaccionar ante la presión estadounidense sino que respondió con más amenazas. El jefe militar Ataollah Salehi dijo que “aconsejaba, recomendaba y advertía” a un portaviones de la Marina estadounidense que no volviera a aguas del mar de Omán.
Irán, un país fundamentalista, donde no se respetan los derechos humanos, hay tortura y cárcel para los opositores y las libertades están severamente restringidas, entre ellas la de expresión, es una preocupación para la paz de Oriente Próximo. El propio presidente Mahmud Ahmadinejad amenazó, en una conferencia académica, con borrar del mapa a Israel, y confronta de modo sistemático con Occidente.
Hace pocos días, el Presidente de Estados Unidos resolvió acrecentar las presiones contra los países que mantengan vínculos comerciales con Irán. China ha disminuido el flujo de compras petroleras al país persa y la Unión Europea estudia con preocupación el nuevo escenario.
Irán mantiene plantas nucleares. Siempre ha dicho que persigue fines pacíficos como la generación de energía o propósitos medicinales, pero la sospecha de la incur-sión en el mapa nuclear mundial inquieta a Occidente. Esta alerta es corroborada de algún modo con las recien-tes maniobras.
Las relaciones con Irán y el Banco Central iraní ya trajeron problemas al Ecuador, que debe meditar su posición en el tablero de los vínculos internacionales, máxime frente a la anunciada nueva visita del presidente Ahmadinejad.