La expectativa y, sobre todo, la esperanza para que el Gobierno Nacional y los líderes del paro acudan a una mesa de diálogo se mantienen, aunque se deben superar algunos obstáculos para que se dé en un marco de confianza.
El presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador, Leonidas Iza, presentó varias condiciones para un acercamiento con el presidente de la República, Guillermo Lasso. Evidentemente, para que un diálogo se inicie suelen existir exigencias previas. La Conaie tiene, entre otras, el levantamiento del estado de excepción. Ayer, por su parte, el ministro de Gobierno, Francisco Jiménez, dijo que no es posible.
Lejos de los apasionamientos políticos, los dos tienen su razón. No es posible un diálogo cuando hay estado de excepción, pero esta existe porque hay una movilización que impide el normal desenvolvimiento de los ecuatorianos.
El Gobierno dio una primera señal: retiró a la Policía de la Casa de la Cultura, que fue una de las exigencias de la Conaie. Pero también tiene sus propias exigencias: que se levanten los cortes de rutas y se permita la libre y segura movilidad de los ecuatorianos que no participan del paro. Sin embargo, la marcha de ayer quiso ingresar a la Asamblea Nacional.
Varias organizaciones y gremios están pidiendo a las partes que dialoguen. También se ha pedido una tregua para poner fin a un paro que ayer cumplía su undécimo día y cuyas secuelas se sienten. Muchos mercados están desabastecidos y a los barrios no llegan los productos, que por cierto se han encarecido, y posiblemente nunca regresen a los valores previos al paro. Hay largas filas de personas esperando que en algún momento les vendan gas. Muchos tienen serias dificultades para llegar al trabajo.
A medida que pasa el tiempo, el diálogo se vuelve más necesario y urgente. Hay que dejar de lado la intransigencia, porque a esta le suele suceder la impaciencia. Es necesario que las partes logren definir lo más pronto posible el lugar, la hora y la metodología del encuentro y que las soluciones sean de largo aliento. El país no puede ni merece vivir más días de incertidumbre.