Ayer (26 de abril del 2018) se cumplió un mes del secuestro del equipo de EL COMERCIO; dieciocho días después se confirmó su asesinato. Poco más tarde, el país volvía a conmoverse con las imágenes de una joven pareja secuestrada.
El país ha constatado la violencia de uno de los grupos armados que actúa en la frontera norte de la mano del narcotráfico. No solo se ha estremecido el periodismo sino la sociedad entera.
La solidaridad y la unidad, junto con los pedidos de acciones que garanticen la paz y la soberanía, se han hecho presentes a lo largo de todo el país, que cobra conciencia del nuevo momento.
Desde enero, el Ecuador se ha enterado de las acciones criminales para atacar y matar a uniformados, así como de las acciones para enfrentar la trama perversa del crimen organizado, a través de los medios de comunicación que reivindican el papel de la información en una sociedad democrática.
Ha sido un inicio de año duro y de aprendizaje para el país que debe fortalecerse y reaccionar frente a acciones en zonas cuya realidad se ha reflejado desde hace más de una década.
Las respuestas de las autoridades ante las preguntas de los familiares de los civiles afectados no han llegado, mientras han caducado los plazos que dio el propio Presidente de la República.
Más allá de los necesarios diagnósticos y del señalamiento de responsables sobre la situación en la frontera, hay que dar seguridad, construir tejido social y productivo. Es el reto actual.