El estallido de un automotor cargado con 80 kilos de pentolita sacudió no solo el entorno de la Escuela Policial General Santander sino la conciencia civilizada de los colombianos.
El atentado terrorista se llevó la vida de 21 personas, entre ellas la de la cadete ecuatoriana Érika Chicó, y dejó a 65 heridos que no olvidarán.
Si bien las primeras informaciones dan cuenta de la identidad del autor del atentado y los datos con que cuenta el Gobierno del vecino país dicen que militó en el subversivo ELN, es prematuro sacar conclusiones sobre el móvil del atentado. La única conclusión categórica es el deseo de violentar y de asesinar.
Para Colombia el bombazo es, además, el estallido de viejas emociones y dolores contenidos con rabia y dolor, y la remembranza de varios episodios violentos de una historia jalonada entre la civilidad y el terror.
Colombia vivió episodios graves durante los enfrentamientos entre conservadores y liberales, la época de los bandoleros, la creación de las guerrillas incipientes y el episodio de Marquetalia, hasta una paz que fue esquiva hasta la firma de los tratados con las FARC, que muchos critican y hasta reniegan por considerarlos estériles y de demasiadas concesiones a criminales y terroristas.
La creación del paramilitarismo aupado por terratenientes y por estamentos oficiales para combatir a la guerrilla con sus propias armas fue otra secuela sangrienta de la historia.
No solo las FARC sino otras guerrillas como el M19, acogido a un acuerdo de paz, dejaron su huella violenta. El ELN mantuvo diálogos pero siguió matando, secuestrando, traficando droga y delinquiendo mientras hablaba de paz.
Ese terrorismo se mezcló con aquel de las mafias de la droga en los momentos del auge de los carteles de Medellín y Cali. Los coches bombas contra la extradición sumaron miles de muertes a las 250 000 producidas en la lucha contra la guerrilla.
Nuevos cárteles operan y los focos de violencia persisten e irradian su acción. Hoy a Ecuador nos duele Érika y nos duele Colombia, una vez más de luto por los inocentes.