Con la jura ante el Congreso y la entrega de los atributos simbólicos del poder en la Casa Rosada, Mauricio Macri sella el fin de 12 años de poder kirchnerista.
La pérdida de la Casa Rosada no quiere decir, ni mucho menos, que el poder de los herederos actuales de los populismos peronistas se haya eclipsado.
La tensión, absurdamente provocada por el ego o la falta de humildad para reconocer una derrota histórica, lleva a que la señora Cristina Fernández, hasta la medianoche de ayer Presidenta, no acuda al Congreso ni se digne entregar el bastón de mando y demás signos del poder , como ha sido la tradición histórica cumplida la mayorÃa de las veces.
El Frente para la Victoria, La Cámpora, -la facción más radical del kirchnerismo- y algunos legisladores justicialistas (el partido de Juan Domingo Perón) seguirán ejerciendo un pulseo tenso para demostrar poder e intentar bloquear ciertas iniciativas del nuevo Presidente y su coalición, en función de su mayorÃa en el Senado y un bloque poderoso de diputados en la Cámara Baja.
Pero Mauricio Macri y su coalición, Cambiemos, ganó las elecciones, tiene la obligación y el derecho de reencauzar la economÃa, cuya debilidad externa llevó a la quiebra del campo -fuente de riqueza en Argentina- y a una hiperinflación desaforada que escondió el oficialismo.
Macri debe hacer ajustes para relanzar Argentina al desarrollo y debe hacerlo con visión abierta y con inclusión social. Tal es el reto del nuevo Presidente, entre tantos otros. ¡Que tenga éxito!