El reciente fallecimiento del reconocido actor Gene Hackman, de 95 años, y su esposa Betsy Arakawa, de 65, en su residencia de Santa Fe, Nuevo México, ha generado una profunda reflexión sobre la situación de las personas de la tercera edad en nuestra sociedad. Ambos fueron encontrados sin vida el 26 de febrero de 2025, después de haber permanecido varios días sin ser descubiertos.
Hackman murió debido a una enfermedad cardíaca, agravada por su condición de Alzheimer avanzado, mientras que Arakawa falleció a causa del síndrome pulmonar por hantavirus, una rara enfermedad transmitida por roedores.
Este trágico suceso pone de manifiesto la vulnerabilidad de los adultos mayores, incluso de aquellos que han gozado de fama y fortuna en el pasado.
La soledad, el aislamiento y la falta de sistemas de apoyo efectivos pueden afectar a personas de cualquier estrato social.
En Ecuador, esta realidad es palpable: muchos ancianos viven solos, enfrentando riesgos que van desde accidentes domésticos hasta la falta de atención médica oportuna.
Según datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC), aproximadamente el 15% de la población ecuatoriana tiene 65 años o más, y se espera que esta cifra aumente en las próximas décadas. A pesar de ello, las políticas públicas destinadas a este segmento poblacional son insuficientes. Muchos adultos mayores carecen de una red de apoyo familiar o comunitaria, lo que los expone a situaciones de abandono y desamparo.
La muerte de Hackman y Arakawa también resalta la importancia de implementar sistemas de alerta y cuidado para los ancianos. En países desarrollados, existen dispositivos y servicios que monitorean la salud y el bienestar de las personas mayores, permitiendo una respuesta rápida en caso de emergencias. En Ecuador, la adopción de estas tecnologías es limitada, lo que deja a muchos sin una protección adecuada.
Es imperativo que la sociedad y el Estado reconozcan y aborden las necesidades de la tercera edad. Esto incluye desde la promoción de programas comunitarios que fomenten la integración social de los ancianos, hasta la implementación de políticas públicas que verdaderamente garanticen su acceso a servicios de salud de calidad y a sistemas de apoyo eficientes.
La reflexión que surge a raíz de la muerte de Gene Hackman y su esposa debe servir como un llamado de atención más. No se puede permitir que nuestros adultos mayores vivan y mueran en el olvido como ocurre en EE.UU. o aquí en el país, sin que muchas veces se haga noticia. Es responsabilidad de todos construir una sociedad que valore, respete y cuide a quienes nos precedieron y contribuyeron al desarrollo de nuestra comunidad.