La Federación Ecuatoriana de Fútbol, dirigida desde hace 12 años por una sola directiva, volvió a ser el centro de la polémica tras la decisión de la mayoría de sus socios de administrar, con exclusividad, los derechos de todos los partidos del campeonato. Si bien se trata de una decisión apoyada por clubes de la mayoría de provincias, no contó con el respaldo de las instituciones tradicionales como Liga Deportiva Universitaria, Barcelona, Emelec, Deportivo Quito y El Nacional, considerados fuertes porque logran una amplia convocatoria de público a los estadios.
El fútbol y la televisión, como negocios, invierten muchos recursos para alcanzar jerarquía internacional, como ha ocurrido con LDU, presente en torneos continentales competitivos. Se calcula que los canales de televisión, públicos, incautados y privados, invierten entre USD 10 y 11 millones anuales en infraestructura y recursos que permitan ofrecer al público espectáculos de gran calidad. Los clubes desembolsan alrededor de USD 24 millones por año, convirtiendo el torneo ecuatoriano en uno de los más atractivos del planeta. Por la categoría que ha alcanzado el campeonato nacional, las consultorías de imagen lo ubican en el puesto 16 en el mundo.
Ahora la Ecuafútbol pretende administrar el fútbol, una disciplina que es considerada de bien público, pero que también ha sido una plataforma política para decenas de candidatos. Luis Chiriboga administra el fútbol desde 1998 y no se puede desconocer un logro importante como clasificar a un Mundial de Fútbol por dos ocasiones consecutivas. Pero el argumento de que pretende favorecer a asociaciones y a clubes con poco peso en el fútbol, siembra muchas dudas y abre suspicacias ante la posibilidad de que el poder político también controle el fútbol.