Excandidatos desconectados de sus movimientos

La segunda vuelta electoral del 11 de abril, luego del debate y en una campaña que parece realizarse a marchas forzadas, aún plantea impredecibles resultados. Muchos analistas estiman que un balotaje es empezar de cero.

Más allá de la influencia de los mensajes de las redes sociales, de las frases de impacto, de las noticias falsas, de campañas sucias y trolls, que existen y hacen daño, la definición es de tal importancia que se juega el futuro del país en 18 días más.

En la primera vuelta electoral, y pese a las limitaciones que impuso la pandemia, el torrente de la respuesta ciudadana -más allá de que el voto es obligatorio- mostró un relevante interés por la política, frente a otras elecciones del pasado. Cierto es que hubo un considerable número de votos nulos, pero el ausentismo disminuyó notablemente, de acuerdo con los registros oficiales.

Frente a los impactos y resultados de las campañas y dependiendo de cuán efectivos sean los mensajes de ambos candidatos, hay un conglomerado de votantes que en la primera vuelta no se decantó -por distintas razones- por ninguno de los finalistas. Bien se podría decir que en manos de ellos está la definición.

De entre los votos de los perdedores y de los numerosos respaldos que obtuvieron Yaku Pérez y Javier Hervas saldrá la mayoría de sufragios que arrojarán un ganador y nos den a los ecuatorianos un presidente para los siguientes cuatro años.

Pero hay señales muy claras de lo desequilibrada, en su forma orgánica, que anda la política nacional.

Mientras Yaku Pérez se expresaba deseando que su electorado tome una decisión libre frente a la segunda vuelta, su movimiento, Pachakutik, llama a su militancia a anular el voto en rechazo a los finalistas.

Javier Hervas fue candidato de un partido con historia, Izquierda Democrática, grupo al cual se afilió recién el fin de semana último. Pero la ID deja en libertad a sus seguidores, no elige ninguna opción, mientras Hervas apoya frontalmente a Lasso.

Con la numerosa votación de Pérez y de Hervas, las posturas de sus partidos y movimientos desconciertan.