El invierno desató toda su fuerza en los últimos días. Tierras inundadas, carreteras interrumpidas y hasta un gran aguaje.
La cuenta más dolorosa es la pérdida de vidas humanas en varias provincias. Los deslaves e inundaciones se han llevado 13 vidas y cinco personas han desaparecido en Costa, Sierra y Oriente.
Durante el primer trimestre, el rigor propio de la temporada invernal se había atenuado. Por el contrario, en la Sierra se gozaba de largos días de sol y de una mayor temperatura promedio.
Sin embargo, las nubes cargadas fueron desplegando su fuerza especialmente en los últimos días. Los estragos en la Costa se manifestaron en ríos que se salían de su cauce, casas destruidas y sembradíos devastados por las correntadas.
Quito y Pichincha se quedaron luego aislados de la Costa con deslaves que muy probablemente no cesen todavía.
El agua filtra y la montaña no se sostiene. Las importantes vías que unen a la capital con amplias zonas costeras se han trazado por las cejas de montañas.
Pese a los esfuerzos de la ingeniería, los arreglos y ampliaciones, no se ha logrado estabilizar las carreteras en medio de estas barreras geográficas. La vía desde Quito a Santo Domingo tiene más de 50 años y siempre se presentan derrumbes de mortales consecuencias.
Quizá en el futuro se deba iniciar una planificación de grandes obras, túneles gigantes y nuevos trazados de carreteras que impidan el problema recurrente. Hoy el país se duele de los muertos y lamenta las millonarias pérdidas.