A cuatro meses y medio de la llegada al país de los primeros casos de covid-19, el sostén alimenticio se mantiene a pulso.La labor de los trabajadores agrícolas, de las familias que día a día madrugan para cultivar y cosechar, es una tarea fundamental.
Cuando se decidió el confinamiento total, un puñado de personas sacrificadas siguió trabajando para todos. Los médicos, salubristas, enfermeras, personal de seguridad ocupan el primer frente.
Los uniformados, soldados y policías a los que se unieron la brigadas de agentes municipales han trabajado denodadamente por resguardar el orden y lo siguen haciendo.
A todos ellos se sumó desde el primer día el personal de la cadena de abastos. Trabajadores del campo, empresas agrícolas, transportadores de los alimentos, no han parado.
Todos ellos se esfuerzan día a día, muchos ponen en riesgo su salud. Miles de personas y empresas se reinventan para producir y mejorar la calidad y la productividad.
Ellos cuidan la sanitización para llegar con productos confiables y procurar que la economía se siga moviendo sin desmayo alguno.
Las cadenas productivas de exportación han trabajado hace tiempo y han extremado las medidas de cuidado. Hay que mantener alto el listón.
Es el caso del brócoli, las provincias de Tungurahua y Cotopaxi son el núcleo de esa producción que siguió enviándose a los mercados del mundo y manteniendo los niveles de producción y calidad óptimos.
En el campo del Carchi la producción de papa y aguacate, por ejemplo, ha continuado, así como de otros productos. Este Diario ha publicado ejemplos del campo ecuatoriano en los que al tesón se junta el emprendimiento pese a las dificultades.
La colaboración de los productores, los expertos en las líneas de empaque y exportación, son ejemplos a seguir en otras ramas.
En medio de la tragedia de la pandemia y el dolor de los caídos por el contagio, este factor alienta a seguir adelante. Ni un solo día el país ha carecido de alimentos. Y la exportación sigue en marcha sin detenerse.