Al cabo de cinco días de la presentación de un plan para afrontar la crisis, la tesis oficial no tiene apoyo.
A un mes de instalado el confinamiento en el país, la emergencia sanitaria, sumada a una crisis persistente, hace tambalear la economía.
Tras el primer anuncio del Viernes Santo hubo un compás de espera. El fin de semana debía llegar el proyecto a la Asamblea pero hasta el cierre de esta edición no estaba listo.
Frente a los primeros anuncios de millonarias contribuciones de empleados y empresas que tengan más de un millón anual de utilidades, las reacciones no se hicieron esperar.
Los trabajadores sindicalizados consienten un apoyo solidario para crear el fondo propuesto. Señalan, empero, que el aporte mínimo debiera arrancar del costo de la canasta básica y no de USD 500, como se dijo.
Los dirigentes empresariales reaccionaron. No aceptan el escenario de nuevas contribuciones, que son como nuevos impuestos.Ya hubo un aporte por facturación; ahora ya no se vende, el 70% de las empresas están paralizadas, como dijo el Ministro de la Producción.
Si bien el Gobierno ofrece ayuda a las pequeñas y medianas empresas, y eso está bien, las grandes dan trabajo a mucha gente y el nuevo escenario puede causar mayor contracción.
La producción exportable atraviesa por un momento de graves aprietos: flores, camarón, entre otros. Las demás empresas, salvo alimentos, bebidas y medicinas, tienen cero ventas en todo este mes de cierre.
¿Qué podría suceder con la nueva contribución?, se preguntan
.Sostener y luego levantar el aparato productivo es una prioridad. El sector empresarial es el que da trabajo y en una situación crítica de empleo formal y subempleo todo podría empeorar. El acuerdo entre las partes debe tener un asidero creíble.
El escenario político se muestra esquivo para el Gobierno, lo cual complica la situación. No es fácil hacer reformas estructurales, liberar combustibles o flexibilizar las normas laborales, pero el país necesita hacerlas si quiere lograr apoyo internacional y proteger la dolarización.