El joven venezolano escuchaba a sus familiares, por una videollamada, ‘somos libres’. Él, desde Quito, y ellos, desde Los Teques, a 29 kilómetros de Caracas.
Ese domingo del 28 de julio, a las 21:30 de Quito, él y su familia seguían con atención los resultados de las elecciones presidenciales, en la cual el candidato de la oposición de Venezuela, Edmundo González, ganaba la contienda al dictador Nicolás Maduro.
Ese ‘somos libres’ parecía un triunfo cercano, hasta que a la medianoche Maduro anunciaba que había sido reelecto como presidente por seis años más.
Las esperanzas del joven venezolano y su familia se fueron al suelo. Él era consciente que Maduro podía recurrir al fraude para seguir en el poder, pero tenía la ilusión de que esta vez podría ser diferente.
Los venezolanos que viven en Ecuador y sus familias que siguen en Venezuela lloraron juntos, a través de las pantallas de sus teléfonos, luego de saber que Maduro se tomó el poder.
Esa esperanza estaba intacta en otros jóvenes como él. Dos horas antes del cierre de las votaciones, las palabras y la voz de dos jóvenes sonaban esperanzadoras y estaban llenas de fe.
Mientras atendían en una papelería, en un centro comercial de Quito, comentaban que María Corina Machado había sido muy noble al apoyar a González como candidato presidencial. Que por ella, finalmente, su país iba a salir de la dictadura de Maduro, porque González iba ganando las elecciones.
Sus palabras tan optimistas presagiaban un desenlace feliz, porque creían que podrían volver a su país, regresar a donde dejaron a los suyos y volver a tener un país, como el de antes. Recuperar a ese país donde el dinero alcanzaba para ir al mercado, educar y vestir a sus hijos, contar con trabajo y un país, donde podían vivir en libertad, sin ir a la cárcel por sus comentarios o posición política.
Esas esperanzas casi se han esfumado, luego de tres días de las elecciones. Sienten frustración, impotencia, tristeza y desazón, luego del fraude electoral del Consejo Nacional Electoral de Venezuela.
Elvis Amoroso, el titular de la entidad y articulador de esta estafa, proclamó triunfador a Nicolás Maduro, pese a que no ganó en las urnas.
Los jóvenes venezolanos no piensan regresar; por lo contrario, se preparan para traer a sus familias que aún viven en Venezuela. Vivir allá es un deseo que parece que no se cumplirá inmediatamente, mientras Maduro se mantenga en el poder.
En Ecuador viven alrededor de 500 000 venezolanos, según la Organización Internacional de Migraciones.
El joven venezolano de Los Teques, quien lleva seis años en Ecuador, cree que todavía hay oportunidad, para evitar que Maduro se perennice en el poder.
Los otros países y organismos internacionales tienen la obligación de presionar y tomar acciones frente al fraude. El rechazo internacional generalizado de la mayoría de los países de América, así como de la Unión Europea, Japón y el Reino Unido, no debe quedar en palabras.
La movilización de la comunidad internacional es imperativa, sobre todo, porque ya hay cerca de 9 millones de venezolanos fuera de su país, y la migración no se detendrá, tras los resultados del domingo.
Las acciones de la comunidad internacional son necesarias frente a la masiva migración, que ha empujado a millones de venezolanos a la pobreza, a vivir precariamente, a soportar la discriminación y violencia.
Está en manos de la comunidad internacional, hacer respetar los verdaderos resultados de las urnas, para que ese ‘somos libres’ no se desdibuje de los jóvenes venezolanos que quieren un cambio en su país.