Ayer se cumplió el primer año de trabajo de la Asamblea Nacional. Y tanto en la percepción ciudadana cuanto en los números, la Función Legislativa tiene más debes que haberes. Los parlamentarios elegidos pudieran, al menos en estos días, escuchar lo que realmente están pensando y sintiendo sus electores; hacer algún ejercicio de autocrítica, tan necesario en general en el país, y entender cuáles son las reales necesidades de la Nación, más que concretar sus minúsculos intereses políticos.
No deja de ser inquietante -y hasta irritante- que los llamados a ser los líderes del país en su camino al progreso sean más bien los propios causantes del desgaste de su imagen, gracias a sus disputas triviales, que conducen al país a caminos aún más pedregosos de los que han transitado anteriores Parlamentos.
Dos exjueces de la Corte Constitucional, Agustín Grijalva y Ramiro Ávila, y la fiscal general, Diana Salazar, han cuestionado la utilización política de la justicia, al grado de “desnaturalizar las garantías constitucionales”, según Grijalva.
El hastío de la población ante la clase política es cada vez más evidente. Esto, a la vez, se puede traducir en proyectos políticos que puedan herir profundamente a la democracia, a la independencia de poderes, algo que ya experimentó Ecuador hace tiempos no muy lejanos. La experiencia de otros países señala que la población se volcó a figuras del nacionalismo de derecha radical, algo que también es preocupante. Nunca es buena señal caer en los extremos políticos, porque quedan graves improntas.
La celebración del Bicentenario de la Independencia está a la vuelta de la esquina. Los esfuerzos de nuestros padres y madres fundadores, que ofrecieron no solo sus vidas sino sus recursos para construir un país independiente, se deben rescatar en estos momentos tan complicados. Nadie puede negar que fue un proceso que benefició a las élites criollas, pero así era su contexto. Luego, los grandes ideales de democracia permitieron transformaciones que integraron parcialmente a sectores medios y populares. Es deseable que la clase política revise la historia.