Desde que dio los primeros pasos frente al nuevo escenario de crisis, el Gobierno ha tardado demasiado y ofrece acciones insuficientes, varias dependientes de la Asamblea.
Luego de largos estudios, concluye que una gran solución es cargar con nuevas contribuciones a las empresas con utilidades y a los empleados formales. Esta última medida puede repercutir en el consumo.
El problema es harto más complejo. En la actual crisis, las empresas ecuatorianas enfrentan una parálisis de al menos el 70% de su producción y un panorama de bajo crecimiento. No se produce pero hay que enfrentar obligaciones. El anuncio del Viernes Santo no trajo estímulos a los procesos productivos y de reactivación.
Y si la producción no se reanima, no hay sobrevivencia ni resurgimiento. La unidad nacional es un sano llamado pero suena utópico si, además de no pensar en las empresas medianas, se constriñe a las grandes.
El nuevo paquete no tiene impacto en el sector público y el Estado no da ejemplos de austeridad. Algunos GAD no se inmutan frente a sus elevados y mal estructurados gastos.
La búsqueda de votos para el Gobierno ha sido esquiva en la Asamblea, y es difícil que el panorama sea mejor frente a las nuevas propuestas, aunque en Carondelet se considere que es el único camino posible si no se quiere dañar la economía.
El Gobierno ha pagado el capital de los bonos 2020 y propone posponer los intereses pero los multilaterales tardan en responder, mientras varios países ya acceden a empréstitos de emergencia para levantar la economía y la producción.
Nuevamente se palpa la irresponsabilidad de quienes destruyeron los fondos con los que se contaba para emergencias como la sanitaria y petrolera que aquejan al país.
Perú usa sus reservas frente al covid-19. Colombia -con menos afectación que nosotros- recibe préstamos por USD 11 000 millones. El Presidente de Argentina habla con Xi Xinping.
¿Con China, gran acreedor nuestro, hay gestión?
Las acciones son insuficientes y no solucionan el problema productivo.