La alarma se prende en Estados Unidos. La proyección es geométrica en la zona Metropolitana de Nueva York.
A las medidas restrictivas en California, considerada la quinta economía mundial, y Nueva York, se suman Florida y otros estados.
Hasta la tarde de ayer, los contagios por coronavirus en Estados Unidos superaban los 60 000. La gran potencia es el tercer país con más contagiados por la enfermedad, por encima de España y otros europeos que motivaron a la Organización Mundial de la Salud a calificarlos como epicentro.
Los fallecidos eran 894. De ellos, 192 eran de Nueva York, ciudad cosmopolita y considerada como la ‘capital del mundo’, por su gigantesco movimiento financiero, comercial, cultural, gastronómico y la diversidad de lenguas y orígenes étnicos.
Andrew Cuomo, gobernador del estado de Nueva York, muestra su extrema preocupación, mientras constata que mucha gente abandona la isla de Manhattan y se dirige a buscar un ‘lugar más seguro’ en Long Island y otros destinos.
La tétrica imagen de la instalación de una morgue portátil en las afueras de un concurrido hospital ilustra el panorama de una ciudad que ve cómo los contagios superan los 20 000.
A Nueva York le antecedió en la declaratoria de emergencia todo el Estado de California, una de las zonas más ricas entre toda la Unión, con 40 millones de habitantes, y que experimenta el confinamiento.
A la medianoche del martes Miami, una ciudad visitada por turistas de todas partes, especialmente de América, veía cómo sus negocios bajaban las persianas. Cosa parecida sucedió en condados vecinos.
El viernes pasado, el presidente Donald Trump se mostraba escéptico -como lo hizo desde la aparición del virus-, de los efectos en EE.UU. Pero los norteamericanos de a pie ya le ven las orejas al lobo. En el globo terráqueo, nadie está plenamente a salvo del covid-19 y sus coletazos.
Ante el panorama recesivo, para hoy o a más tardar mañana, se espera la promulgación de una ley que libera USD 2 000 millones para repartir a trabajadores y empresas.