Es tiempo de reordenamiento institucional y de una justicia sin venganza. El debido proceso frente a la exigencia de la correcta y oportuna administración de justicia ha de ser el escenario que debemos alentar y construir para que fiscales y jueces actúen en nombre de la colectividad.
En esa medida, el papel de los jueces debe ser independiente, ponderado, justo, apegado a la norma y con el equilibrio de aquel símbolo de la justicia que es una balanza, para sopesar todos los aspectos de los procesos. Naturalmente prevalidos de otro símbolo puntual: una justicia ciega, que no se incline a presiones del poder ni a intereses de las partes.
En cuanto a la delicada función de la Fiscalía General, un titular de un período anterior advertía que los tiempos de la justicia no son vertiginosos, que las causas toman horas y horas de minucioso estudio y que una acusación debe ser fundamentada y asentarse en hechos comprobables. Toda una inmensa tarea.
La opinión pública ejerce en este escenario un papel primordial. Luego de 10 años en que la sensación de que los tentáculos del poder estaban en todos los resquicios de la administración pública, ahora hay sed de justicia. Máxime si, como se dijo con toda la fuerza, la promesa era meter las manos en la justicia.
Cuando el presidente Lenín Moreno anunció una cirugía mayor contra la corrupción, despertó avidez colectiva por que los casos se conozcan, se ventilen y se juzguen con celeridad. Un vicepresidente destituido y en la cárcel, varios ministros en prisión y otros prófugos, junto a los miles y miles de fojas de expedientes en curso ilustran la situación.
A las causas de corrupción y sus delitos conexos se suman las graves presunciones en asuntos que tienen que ver con la seguridad del Estado y la vida de las personas.
En esa medida, la tarea de los actores del sistema judicial debe ser observada con detenimiento desde la vereda del estado llano, en función de lo delicado de cada caso. Y sobre todo es necesario entender que ni el Fiscal General ni los jueces pueden actuar bajo presión ni con prisa.