Francisco Sagasti es el presidente encargado en el Perú. Llega tras la precipitada renuncia de Manuel Merino, quien a su vez hace una semana reemplazó al defenestrado Martín Vizcarra.
Poco a poco las protestas juveniles espontáneas fueron cobrando inusitados visos de violencia en las calles de Lima y otras ciudades peruanas. La rabia contenida, el desobligo por el covid, la corrupción y el desempleo joven avivaron la hoguera.
Cuando las protestas dejaron dos muertos, varios desaparecidos y heridos, Manuel Merino que asumió luego de ser presidente del Congreso, dimitió sin más. La gente no aceptaba su gobierno ni a su gabinete.
Entonces una nueva sesión parlamentaria conformó una mesa directiva nueva que designó a Raúl Sagasti a la cabeza, y por ende asumió ayer como Presidente encargado.
Sagasti es un profesor universitario de 74 años y autor de varios libros. Milita en el llamado Partido Morado, una fuerza minoritaria; con su nominación resigna cualquier opción de candidatura a las elecciones.
Como titular de la legislatura queda Mirta Vásquez, quien es militante del Frente Amplio, una coalición de fuerzas de izquierda marxista, grupos sociales y ecologistas.
Perú ha sido perforado por el fantasma de la corrupción que anidó en la gigante constructora de Brasil, Odebrecht, que causó estragos en buena parte del continente.
Mientras el presidente golpista Alberto Fujimori purga prisión por corrupción y atentados a los derechos humanos, todos sus sucesores han transitado la calle de la amargura.
Ollanta Humala estuvo detenido y está imputado. Alejandro Toledo, que vive en Estados Unidos, también es señalado por la justicia. Alan García se suicidó y Pedro Pablo Kuczynski también fue cesado, y fue salpicado como ahora ocurre con Vizcarra, que afronta ya juicios legales.
A 20 años de la jura de Valentín Paniagua, un presidente de transición no involucrado en asuntos oscuros, toma el poder Sagasti. Que encamine al Perú por la senda del bien a una elección limpia y entregue el poder en julio de forma ordenada.