La libertad se respira pese al infierno del clima de Madrid. Un puñado de presos de conciencia fueron expulsados de Cuba. Muchos son periodistas que ejercieron un papel crítico con el Gobierno imperante en la isla caribeña desde la revolución de 1959.
Hace siete años la llamada ‘Primavera Negra’ intentaba movilizar conciencias en pro de libertades civiles y políticas imposibles de pensar en el sistema de partido único y la economía central planificada que vive Cuba desde que los guerrilleros bajaron de Sierra Maestra y derrocaron a la tiranía de Fulgencio Batista.
Desde entonces en Cuba no existe una prensa independiente del Gobierno. Son impensables las posturas críticas y la expresión de ideas distintas a la versión oficial.
Los opositores, si los hay, no pueden poner en el debate público sus puntos de vista. Mucho menos buscar alternativas de poder al Partido Comunista, cuyo Secretario General fue Presidente del Consejo de Estado y de Ministros hasta hace poco tiempo. La enfermedad de Fidel Castro supuso que su hermano Raúl asumiera la Presidencia, pero los cambios que muchos pensaron que serían inmediatos no han llegado.
Las nuevas tecnologías de las que gozamos en el mundo libre no están al alcance de todos en Cuba. Así y todo, hay personas que se dan modos para comunicar al mundo sus ideas y escribir noticias y comentarios. Ese fue el pecado de varios disidentes que estuvieron presos siete años y sin horizonte a la vista, hasta que las gestiones humanitarias de la Iglesia obraron el milagro. Pero los ex presos no pueden ejercer la libre expresión en su propio país, y las leyes que los llevaron a prisión siguen vigentes. Falta un largo camino para la libertad, un aspecto fundamental, tanto o más que muchos de los logros en educación y salud que exhibe la revolución.