Los cambios en los fenómenos climáticos afectan de manera especial en esta temporada, según los meteorólogos. Los inviernos en enero suelen ser fuertes, pero en esta ocasión han causado ya severos problemas en varias localidades de cuatro provincias de la Costa, cinco de la Sierra y en Sucumbíos.
En Carchi se han destruido sembríos, en Imbabura están afectadas varias vías, en Cuenca el desborde de ríos se ha cobrado una vía y los derrumbes han acabado con humildes viviendas. 40 casas en 45 sectores distintos están en grave riesgo. Allí ni la alerta amarilla decretada alcanza para salvar la emergencia.
En la zona interior del Litoral es donde con mayor rigor se siente el invierno. Los datos oficiales ya registran los índices más grandes de pluviosidad, que superan los promedios acostumbrados.
Hay algunos pueblos que solo tienen acceso en caballo o en mula, como en los siglos pasados. Surge la pregunta: ¿tanto dinero empleado en grandes vías –y eso está bien–, pero tan poco efectivo el trabajo en los accesos a recintos y caminos vecinales que viven la penosa historia mil veces repetida. Aguacero, lodo, invierno.
La corriente de los ríos crecidos se lleva los muros, desborda, tapa las cosechas, las pérdidas son millonarias y no por sabidas son menos duras de asimilar.
En la ciudad los atascos que produce la lluvia son grandes. Quito siente los estragos del invierno y las montañas amenazan con desmoronarse. Hace falta una solución de fondo y eso cuesta dinero y tarda tiempo.
Ahora que hay recursos se deben emplear sin desperdicio en propaganda millonaria ni subsidios que no solucionan problemas de siempre. Los dineros destinados a las emergencias nunca son suficientes.