La lucha contra la pandemia será larga y angustiosa. En el mundo, la vacunación tiene ritmos distintos, marcados por la capacidad económica de los Estados y por la gestión efectiva de autoridades nacionales y locales.
En el país, más allá de anuncios oficiosos, lo real es que apenas un 0,2% de la población ha recibido las dosis. Mientras se revela la lista de vacunados, como piden los jueces y anunció el Presidente, el plan de vacunación no se divulga como debería.
Abril, marcado como punto de partida para las siguientes fases, luce aún lejano. Mientras tanto la realidad hospitalaria muestra cifras complejas, en algunos lugares puntuales.
Miremos Quito, conforme una nota publicada por este Diario en su edición de ayer y sustentada en data oficial. Allí se ve un repunte severo de casos luego del feriado de Carnaval y la jornada electoral del 7 de febrero.
Los reportes periodísticos dicen, además, que las unidades de cuidados intensivos se encuentran a tope. Hay hospitales públicos en los que los pacientes se hallan en lista de espera para tener acceso a vigilancia intensiva y asistencia respiratoria mecánica y monitoreada.
En el Centro, la tasa de contagios es de 87 por cada 1 000 personas. Cotocollao muestra datos alarmantes: 189 infectados por cada 1 000 personas.
Todos los registros hacen prender alertas, mientras la irresponsabilidad de ciertos grupos ciudadanos sigue manifestándose en aglomeraciones comerciales en las calles y fiestas masivas, sin distancia personal ni suficientes medidas de higiene.
Entre tanto, las ciudades siguen insistiendo en importar directamente vacunas. Guayaquil lo hace y pide el concurso del área de Salud Pública gubernamental, para suministrar las vacunas a un número importante de vecinos del cantón.
Quito piensa en lo mismo. La posibilidad de importar directamente tiene que ver con el músculo financiero de cada cabildo. Pero también con un tema de ética pública para importar las vacunas sin sobreprecios y con garantías de calidad científica, para evitar sorpresas y tener repercusiones peligrosas o mortales.