Dos banderas propagandísticas del gobierno anterior fueron el cambio de matriz productiva y el cambio de matriz energética.
Del primero se han hecho las suficientes valoraciones y se concluye que no pasó de una buena intención.
En el caso del programa de cocinas de inducción, la oferta propagandística hablaba de un nuevo momento.
Con la idea de instalar 3 millones de cocinas se indujo a las familias a hacer costosas instalaciones para el cambio de fuente de energía.
Hoy apenas 650 000 cocinas funcionan y el subsidio se mantiene. La promoción habló de sostener una tarifa cero para quienes consuman menos de 80 KW/ hora mes.
El actual Gobierno había planificado el final de este subsidio para este fin de año, pero el Ministerio de Energía ha cambiado de decisión y mantendrá el subsidio el año 2020.
Un tema que generó debates en el anterior gobierno fue el estímulo para que varias fábricas nacionales construyeran estos electrodomésticos; para eso hicieron ingentes inversiones. La sorpresa para los empresarios industriales fue la importación masiva de cocinas en planchas desde China. Obviamente la economía de escala permite al gigante asiático producir a costos más bajos y eso afectó mucho a la industria local.
75 000 planchas chinas están embodegadas. El Gobierno piensa incorporarlas al Plan Casa para Todos para aprovechar los artefactos.
Las recomendaciones de técnicos del Colegio de Ingenieros Eléctricos de Pichincha llevan a pensar que el estímulo al uso de cocinas de inducción en las provincias fronterizas puede funcionar. Como se sabe, en esas zonas el consumo de gas licuado de petróleo es alto y, se estima, supera en mucho la real demanda.
Está claro entender que el gas subsidiado por el Estado ecuatoriano se fuga en bombonas tanto a Colombia como a Perú. Tal vez sea una medida aceptable. Aquí el tanque de gas casi se regala sin focalizarlo.
Lo que es cierto es que los discursos y los buenos propósitos también afectaron este programa fallido de la Revolución Ciudadana.