El discurso político suele ser repetitivo y el tema energético ha estado presente en la agenda de la relación bilateral entre Ecuador y Venezuela históricamente. Se ha expuesto con más fuerza y ha sido visible con los presidentes Hugo Chávez y Rafael Correa.
Para los primeros meses del 2007 los jefes de Estado y sus ministros pusieron en escena el tema de una nueva Refinería. No era la primera que ofrecía financiar el comandante; esa ha sido cabeza de playa de sus propuestas en varios países de la región. En abril del 2007 el Presidente ecuatoriano hablaba de la megarrefinería, de la reconstrucción del complejo de refinación de Esmeraldas y otros proyectos.
Un año y un mes después, en mayo del 2008, el Gobierno fijaba el monto de inversión ecuatoriana en USD 5 000 millones e identificaba la zona de El Aromo en Manabí. En julio del mismo año formalizaban una empresa mixta. Entonces Chávez dijo que “en cinco años estaremos aquí para inaugurar tremenda Refinería”. El ministro de Energía de entonces, Galo Chiriboga, prometió los estudios para fines del 2008. Se hablaba de 51% de acciones de Petroecuador y 49%, de Pdvsa, ambas estatales.
Cuatro años después de los primeros anuncios todavía siguen hablando de los millonarios estudios ambientales y de ingeniería de los que dicen se ha avanzado en el 87%.
Sobre el financiamiento se ha tocado la supuesta inversión coreana, el concurso del Mizuho Bank de Japón, las intenciones de capitales de Qatar y Kuwait y hasta los supuestos intereses chinos.
La obra, cuyo costo ya asciende a más USD 13 000 millones, ahora se ofrece para el 2016. Tres años de retraso sobre los primeros ofrecimientos. Varias primeras piedras y muchos discursos, pero pocas concreciones.