El plan para dotar a los 38 000 taxis de todo el país de cámaras de seguridad interconectadas a las redes de auxilio no se completa.
La idea es muy buena. Consiste en que cada automotor de servicio público tenga dos cámaras y hasta tres botones de pánico. El servicio se debe conectar con las estaciones del ECU 911, que presta auxilio ciudadano en casos de emergencia y que debe llegar a todo el país.
Hace poco tiempo los ‘secuestros exprés’ en taxis volvieron a proliferar. Una alerta para que los usuarios colaboren con abordar solamente los autos de alquiler que tengan los sellos de Transporte Seguro logró su cometido y se produjeron, según la autoridad, 800 capturas de personas sospechosas.
El tema es que la disposición de la Agencia Nacional de Tránsito debe ser cumplida de modo paulatino con la instalación de las cámaras en las mecánicas autorizadas. Un porcentaje pequeño de equipos viene dañado. Otros dispositivos se averían por el uso a la intemperie o la manipulación de los conductores.
La planificación debe completarse hasta abarcar a las 38 000 unidades de servicio de taxis. Todavía la cifra de automotores desprovistos de cámaras es demasiado alta: 14 500. Ninguna de las provincias orientales cuenta con el servicio y tampoco dos provincias serranas y fronterizas vulnerables: Carchi y Loja.
Es un plan loable, que debe merecer el respaldo ciudadano y la acuciosidad de los taxistas cuya integridad se ve amenazada por la delincuencia y el crimen. Todos deben poner manos a la obra.