La noticia fue creciendo a lo largo de la semana. Luego de las revelaciones de los medios, la Canciller reconoció que el Ecuador concedió la naturalización para Julian Assange en diciembre.
Y que el Reino Unido se negó a dar el estatus diplomático solicitado por el Gobierno ecuatoriano para el polémico personaje.El fundador de WikiLeaks está en la Embajada del Ecuador en Londres desde 2012, y ha intervenido en asuntos mundiales delicados, pese a los llamados de atención ecuatorianos para que respete las normas del asilo político.
Antes, María Fernanda Espinosa había dicho que se trataba de rumores, pese a que el martes 9 introdujo el tema al debate público señalando que la situación del hacker es humanamente insostenible. También dijo que se busca la mediación internacional y que no habrá una solución sin el Reino Unido.
Luego se supo que ese Gobierno se mantiene incólume: “Ecuador sabe que la forma de resolver este problema es que Assange deje la Embajada para hacer frente a la justicia”, fue la explicación frente a la fallida gestión.
El manejo del asunto, más allá del alegato humanitario, deja varias interrogantes. En la Asamblea hay voces críticas, frente al apoyo del bloque adepto al presidente Lenín Moreno.
El Ecuador merece una explicación cabal sobre un asunto en el que está en juego su imagen internacional. El Ejecutivo y el Legislativo son los espacios idóneos para que los ciudadanos conozcan su manejo diplomático.