Quito es de las ciudades más afectadas por uno de los efectos colaterales de la pandemia: el desempleo, el cierre de empresas y actividades vinculadas al turismo y la gastronomía.
Las líneas aéreas que a duras penas llegan del exterior con turistas, los hoteles vacíos, los recorridos en los alrededores de la ciudad y las visitas al Centro Histórico se han apagado.
Algunos de los negocios más golpeados han sido los restaurantes. Muchos cerraron sus puertas de forma temporal o se adaptaron. Otros lo hicieron de forma definitiva.
En este sector el desempleo afectó a saloneros, chefs, ayudantes de cocina, posilleros, administradores y a toda la cadena que les daba abastecimiento. Los bares, mientras tanto, han permanecido cerrados.
Con el propósito de reactivar el turismo y coincidiendo con la conmemoración de su Día Mundial, el Alcalde de Quito hizo anuncios para buscar incentivos y lograr la reactivación de un sector tan importante.
El Cabildo rebajará el 80% de arriendo del espacio público. Con eso se busca, por ejemplo, ocupar ciertas veredas para mesas al aire libre que fomenten la costumbre de comer o tomar café en las veredas, como sucede en otros países.
La patente municipal se reduce en un 50% para otros negocios. Por cierto, varios sectores han venido pidiendo con insistencia que se deje sin efecto esa tasa ya que la mayoría de locales y actividades se cerraron durante el confinamiento.
Al igual que se hizo en Guayaquil, el giro del negocio de los bares hacia la opción de operar como restaurantes es una puerta que se abre. Es positivo imitar las buenas ideas a tiempo.
Los autos de renta no deberán obtener salvoconductos y otro aspecto que se prometió es una categorización de las actividades relacionadas con el turismo. Lo que sucedió en todo el mundo muestra que los vuelos no se restablecerán plenamente hasta finales de 2022.
Ecuador debe buscar salidas certeras para sacar a flote el turismo y la restauración. Todas las iniciativas, en tanto sean consensuadas y significativas, serán beneficiosas.