La semana pasada terminó con la confirmación de la muerte de alias ‘Guacho’, Walter Arizala, quien era señalado como el líder del grupo armado disidente Oliver Sinisterra, responsable de una serie de actos terroristas alrededor del tráfico de droga en la frontera entre Colombia y Ecuador.
Ayer se cumplieron nueve meses de una de sus atrocidades: el secuestro de los tres miembros del equipo de este Diario que cumplía ese día sus tareas de cobertura en la población ecuatoriana de Mataje, luego de pasar los controles militares. Días más tarde, ordenó su muerte.
‘Guacho’ es responsable también del plagio y asesinato de una pareja de jóvenes ecuatorianos. Asimismo ordenó una serie de atentados y es señalado por la muerte de cuatro militares que patrullaban la frontera.
La estela de destrucción y muerte dejada por Arizala y su banda, basada en una gran logística que caracteriza al crimen organizado contemporáneo, ha sido neutralizada en una operación celebrada por las fuerzas colombianas. Pero sería ingenuo pensar que hay que pasar la página.
Por un lado, está claro que la actividad ilícita sigue en la frontera, con penetración en varias provincias, pese a los esfuerzos que realiza una fuerza pública con propósitos renovados. Los cultivos de coca siguen creciendo junto a la línea de frontera.
Por otro lado, y pese a que los procesos judiciales siguen en los dos países, ‘Guacho’ se lleva a la tumba cientos de secretos sobre el tráfico de drogas en el Ecuador y sobre otros aspectos de su actividad delictiva.
Los familiares de los miembros del equipo periodístico enarbolaron una vez más su bandera de lucha: que las investigaciones no cesen, que se conozca toda la verdad alrededor del secuestro y de las muertes.
Lo deseable es que un delincuente responda ante la justicia. Ahora ésta deberá esforzarse más para reconstruir la verdad. Hay varios procesos y decenas de detenidos, y lo menos que puede esperarse es que se establezcan responsabilidades, como han prometido las autoridades.
El país que se horrorizó ante la barbarie espera un cierre digno.