Aunque la fecha parezca lejana en el calendario, el 2012 estará marcado por la campaña hacia los comicios generales de 2013 que comprenden la elección presidencial.
Toda elección entraña una atmósfera de expectativa, probables cautelas económicas en el ámbito de las inversiones privadas -no privilegiadas por la política gubernamental- y tensiones políticas.
Lo primero que tendrá que definirse es la participación de Rafael Correa como candidato a su segunda reelección. Más allá de la polémica de su participación es una realidad insoslayable. El Presidente ha reiterado su cansancio pero su ministra coordinadora de la Política da por hecho que el único líder nítido de Alianza País será otra vez candidato.
Los cambios en el Gabinete Presidencial hacen pensar que se refuerzan filas en ámbitos clientelares con el sustento de la millonaria propaganda pagada con recursos de todos los ecuatorianos.
Las teorías de confrontación, polarización y búsqueda de un enemigo figurado contra el cual lanzar los más duros dardos son una vieja práctica reinterpretada por la agenda de cadenas y sabatinas.
Más allá, la oposición no se logra articular con claridad. Una sola fuerza que confronte a Correa en una candidatura pluripartidista y de distinto corte ideológico parece tan improbable como inconveniente.
Las conversaciones de los ex colaboradores del Régimen de clara tendencia izquierdista con figuras del centro- izquierda avanzan. Están además los ya vistos y jugados candidatos del centro-derecha (Noboa, Gutiérrez) o nuevos representantes de la tendencia. Podría confeccionarse otra candidatura o hasta una sorpresa populista en un espectro que, por ahora, parece dominar Correa.