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No le recomiendo que pierda su tiempo revisando el video en el que se observa que tres ex funcionarios del anterior gobierno y uno del actual participan en la reunión inicial de la Comisión Presidencial de Asesoría Económica de Venezuela, en junio. A otros nos toca hacer el trabajo sucio, aunque al escuchar tantas tonterías juntas, no se sabe si reír o llorar.
En poco más de 25 minutos, el vicepresidente El Aissami habla sin rubor de los triunfos económicos y sociales de Hugo Chávez, que les permitieron “reapropiarse de la renta petrolera para ponerla al servicio del pueblo y de los derechos sociales”, y hacer alianzas económicas con nuevos bloques para salir de la dependencia de los de siempre. ¿Les suena?
El Aisammi dice -lee, para ser exactos, y muy mal-, que luego Chávez en el 2012 dio un golpe de timón con nuevos desafíos en materia productiva, en busca de “un modelo económico productivo que genere la mayor suma de felicidad social posible”…
Luego describe las circunstancias que les impidieron seguir con el gran modelo: la de-saparición física del líder, la caída del precio del petróleo, una inflación inducida desde afuera “realmente criminal”, una guerra financiera que les ha imposibilitado tener acceso a otros mercados, una persecución que les ha impedido pagar a los proveedores.
Pero la Revolución Bolivariana no se queja ni se cruza de brazos. “Somos los primeros que estamos conscientes de que resta mucho por mejorar”, dice, antes de explicar por qué ha invitado a tan eximios especialistas, entre los cuales se ve a los exministros Patricio Rivera y Fausto Herrera; al exsuperintendente de Control de Poder de Mercado, Pedro Páez, y al exdirector de Aduana, Mauro Andino.
“La gran pregunta es qué debemos hacer para ganar la guerra económica, para planificar los próximos años para que sea una verdadera década ganada en el campo económico en todos sus sentidos posibles. Debemos conseguir que la economía se convierta en un circulo virtuoso, es decir, un ganar-ganar”.
Mientras escucho la perorata, me resulta imposible no pensar en el cinismo de unos gobernantes incapaces de aprovechar la bonanza para beneficio general, que acabaron con todos los fondos, que despilfarraron la riqueza y dispararon la deuda. Que exportaron su supuesta revolución y hoy intentan reciclarse en un círculo vicioso con unos principios que solo funcionan en la abundancia y que jamás cambiaron la matriz productiva.
Ya se ve el resultado de los consejos aplicados dos meses después. Me es inevitable pensar en la grave crisis humanitaria que sufre hoy con más intensidad el pueblo venezolano y que sentimos en carne propia. Hasta dan ganas de sugerir la emigración masiva de los genios que causaron tanto daño para que asesoren al gobierno venezolano, pero ese país no merece ser víctima de esta parodia.