Columnista invitado
¿Vivimos en el mismo país que teníamos hace un año? La respuesta a esta pregunta es vital para calificar la labor del presidente Moreno. El ambiente de agresividad permanente ha cambiado radicalmente. El respeto a la opinión ajena se traduce en la posibilidad de discrepar sin ser descalificado o enjuiciado por pensar diferente o criticar una acción gubernamental. Ese es un valor fundamental. El cambio de estilo -así se trata de descalificar a lo que es una gran diferencia- no es un simple maquillaje. Permite ejercer la libertad de opinar, discrepar y oponerse. Y con eso, de denunciar y combatir la corrupción enraizada institucionalmente, lucha en la que hay resultados concretos con el enjuiciamiento y condena nada menos que del vicepresidente y varios ministros de estado del anterior régimen. No se habrá hecho todo lo que se debe ni están condenados todos los ladrones, pero el precedente, que permite romper con el pasado, para no repetirlo, es muy importante. Nadie lo puede negar.
El rompimiento de la hegemonía política es positivo. Al no existir control total de las instituciones, el pluralismo es inevitable. Hay necesidad de consensuar. Nadie puede resolver todo por sí y ante sí, con lo que la obligación de rendir cuentas y asumir responsabilidades, en el Gobierno y en la oposición, no puede evitarse.
La transparencia en la información oficial se simboliza en el reconocimiento de las cifras de la deuda, a pesar de las complicaciones que ocasiona al Gobierno. Así debe proceder un gobierno en todos los campos, con transparencia.
El mecanismo para reinstitucionalizar al Ecuador, a través del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social transitorio, empieza a rendir frutos. Su integración independiente es bienvenida por la opinión pública, cuya nominación propuso el presidente Moreno, que podía haber escogido otros nombres.
Hay un escrutinio de la administración de justicia que debe llevar a impedir que se repitan casos como el de la sentencia por un artículo a Emilio Palacios y al diario El Universo -creando la figura de la responsabilidad coadyuvante- símbolo mayor de la metida de mano del poder político, por la que un Juez, designado la noche anterior, los sentenció al pago de USD 40 millones al Presidente de la República, transcribiendo lo que le enviaron los “chuky seven” en un archivo electrónico.
Hay apertura y acierto en nombramientos como los de los ministros de Defensa y Finanzas. Hay deficiencias, sin duda. No todo se ha solucionado. Falta de oportunidad en muchas cosas. La necesidad de reducir el tamaño del Estado es impostergable.
Vaivenes y errores en política exterior, a pesar de nombramientos refrescantes como los hechos para Washington y Ginebra. La piedra en el zapato que es Assange, de difícil resolución, y la actitud tibia ante la tragedia de Venezuela.
Hay cambios de forma y de fondo. Hay que profundizar esos cambios. No vivimos en el país de mayo del 2017 y eso es un paso adelante para un Ecuador mejor.