Rafael Correa tuvo que haberlo sentido. Apenas dos días antes, Dennis Meadows habló desde el mismo podio en la Universidad de las Naciones Unidas en Tokio. La energía de su presencia tuvo que haber quedado prendida a la madera del escenario y los muros del salón.
Para celebrar su nuevo programa de Máster, esta universidad decidió celebrar un debate sobre “Las Implicaciones de ‘The Limits to Growth’ para el Futuro de la Humanidad”. Dicho debate se basó sobre el libro que el profesor Meadows publicó en el 72, declarado uno de los 20 libros más influyentes en ecología del siglo XX. Una interesante tropa compuesta por periodistas, científicos, diplomáticos, negociadores de paz de las NN.UU., economistas y juristas nos reunimos para considerar el delicado tema de las repercusiones de sus tesis.
La lógica de su obra es simple; se trata de tomar en cuenta la cantidad de recursos de la tierra (petróleo, metales ‘), de notar el crecimiento de la población mundial y el correlativo aumento de la producción, y en función de estas premisas proyectar el momento en donde la escasez de recursos frenarán el crecimiento.
Tras un largo debate, los participantes constatamos con desolación el escenario que tenemos por delante. Sin excepción, los países del mundo siguen buscando atolondradamente crecimiento económico, incluso los más ricos. Además, nuevos países con colosales masas de población están disparándose. Sin embargo, sabemos que en la Tierra no existen suficientes recursos como para que todos los seis mil millones de individuos alcancemos el sueño americano.
El punto muerto es la novedad más importante, transcurridos 30 años del libro de Meadows: a pesar de que la comunidad global esta consciente del riesgo ecológico, ni la población ha dejado de crecer, ni el consumo de recursos se ha moderado. La realidad es la opuesta, y no hay iniciativa relevante en marcha, para revertir la carrera hacia el abismo.
Durante una pausa, el viejo ex profesor de MIT se dirigió hacia Jean-Marie Frentz, un diplomático luxemburgués y yo, para ahondar un poco más en ciertos puntos del debate. Nos perforó con sus ojos azules y nos dijo que en los siguientes 20 años veremos cambios históricos debido a la crisis medioambiental. “Este planeta puede soportar de manera sustentable, ¿qué? Seamos generosos, ¿2 mil millones? Somos bastante más de 6.” “¿Pero señor Meadows, está usted abogando a favor del decrecimiento?”. Yo quería saber si el intelectual tendría el coraje de defender una de las tesis más agresivas en términos ecológicos. “Yo soy un científico, y no abogo por cosas. Yo no creo que algo es necesario o no; un físico no aboga a favor de la teoría de la gravedad y no habla acerca de si ella es necesaria o no. Yo constato”.