Está interesante y parece que va por buen camino el proceso de restablecimiento de las relaciones entre el Ecuador y los Estados Unidos, que fue una de las notas de la semana. Doña Nathalie Celi tiene, sin duda, muy buenas posibilidades de que Washington le conceda el beneplácito. Míster Adam Namm está inquieto y dedicado a la lectura de temas relacionados con un país al que conoce poco y al que desea venir para que le saluden por vez primera como “hola, señor embajador”. Él tiene que pasar allá por el delicado y exigente filtro del Senado. Para la señora Cely, las cosas fueron más sencillas en Quito. Una orden del Jefe y punto.
El antecedente es histórico. La anterior representante de USA en Quito, doña Heather Hodges, fue puesta de patitas en la calle por culpa de los famosos Wikileaks. Al Jefe Rafael de Carondelet o a su canciller Patiño –o a los dos- no les gustó un cable y chao. En la despedida le dijeron desde sospechosa para abajo. Washington aplicó la típica “revancha diplomática” y el representante ecuatoriano Lucho Gallegos tuvo que volver de apuro a casita, con buenas notas pero con el título de no grato. Sin embajadores, las relaciones quedaron obviamente afectadas pero –por lo que se va viendo- no rotas para largo tiempo. Se puede creer que los dos gobiernos tenían disposición para darse la mano, pese a que los rumores decían que la diplomacia estadounidense aplicaría la “ley del frío” por un buen lapso a Correa y a su brazo derecho. Pero Patiño y su brazo izquierdo, Kinto Lucas, afirmaron que no era así la cosa y sus palabras se cumplieron. Hay que reconocerlo.
La ministra Cely ha sido siempre bien tratada por el Jefe y ahora ha tenido un premio. Pero en los chismes de prensa no se la menciona en el círculo más cercano al poder, en el que se incluyen –según algunas versiones- al doctor Alexis, quien mueve muchos hilos; al canciller Patiño, cuatro veces ministro y personaje de confianza, y a los hermanos Alvarado. Doña Nathalie -quien estaría en el círculo dos- ha tenido una aceptable relación con los empresarios y fue pieza clave del Código de la Producción. “Bien por ella, pero no deja de alinearse cuando lo requiere su Jefe”, dicen ellos. Les inquieta el nombre del o la reemplazante y la expectativa empresarial es que no aparezcan un radical o un ideólogo que entorpezcan la siempre difícil relación con el poder. Anhelan una persona mesurada y siempre reglas claras y estables.
Una relación normal con la potencia norteamericana tiene obvia importancia para el Ecuador, especialmente desde el punto de vista comercial y así lo han comentado los sectores privados y también los voceros oficiales. Interesante si Quito y Washington –aplicando sus políticas propias- comparten respetuosamente el interés por aumentar su nivel de negocios y evitan situaciones agrias. Doña Cely y míster Namm pueden ayudar.