Un comienzo nuevo y realista. Así puede describirse el capítulo que escribieron Juan Manuel Santos y Hugo Chávez al cabo de más de tres horas de reunión en la Quinta de San Pedro Alejandrino, en Santa Marta, que dio como resultado inmediato el pleno restablecimiento de las relaciones diplomáticas y comerciales entre Colombia y Venezuela. No deja de ser simbólico que el escenario que vio a Simón Bolívar entregar su alma al creador en tiempos de discordia, ahora haya servido para que regrese la sensatez entre dos naciones hermanas.
Lo sucedido, sin duda alguna, es una buena noticia. No solo es el triunfo de la audacia de ambos mandatarios y de la dedicación de sus cancilleres al decidir tomar el toro por los cuernos y acabar de un plumazo con una de las principales fuentes de tensión en el hemisferio, sino que es un logro de la diplomacia y el diálogo directo, dos principios que fueron esbozados por Santos en la posesión presidencial y puestos en práctica con singular rapidez.
En otras circunstancias, cualquier intento habría fracasado en las recriminaciones mutuas si los respectivos jefes de Estado se hubieran puesto a examinar los desacuerdos del pasado.
La única posibilidad de avanzar era la de doblar la página y mirar hacia adelante.
Ahora comienza un proceso que será lento, pero que parece estar asentado en cimientos firmes. Estos se apoyan en la voluntad de los presidentes de confiar el uno en el otro, aceptando que no opinan lo mismo sobre cómo llevar a sus respectivos pueblos por el camino del progreso. Pero en una ratificación del principio de no intervención y del respeto a la soberanía de cada Estado, dejaron en claro que pueden trabajar hombro a hombro, tanto en lo que tiene que ver con la integración bilateral, como en mecanismos de solución de controversias.
Semejante giro de los acontecimientos puede sorprender a los colombianos, que hace menos de tres semanas siguieron por la televisión la sesión del Consejo Permanente de la OEA en la que se presentaron pruebas de la presencia de guerrilleros de las FARC y el ELN en territorio vecino. También puede llamarles la atención a los venezolanos, que han sido testigos de los insultos lanzados por Hugo Chávez contra Colombia y sus dirigentes.
No obstante, quedó claro que no hay voluntad de mirar atrás. Incluso, el líder de la Revolución Bolivariana, tan propenso a los excesos verbales, evitó mencionar por su nombre a Álvaro Uribe y causar un incidente que habría podido descarrilar la cita.
Además, lo hecho confirma que Juan Manuel Santos tiene un estilo muy diferente al de su predecesor .