Con cierta dosis de ironía, un folleto realmente muy modesto dejó zanjada la discusión apasionada sobre la fundación española definitiva de Santiago de Guayaquil.
El religioso dominico, José María Vargas fue su autor; se trató de un personaje sabio y humilde El folleto tuvo el auspicio de la Comisión de Conmemoraciones Cívicas.La prueba fehaciente luego de intentos anteriores de fundación malogrados por la fiera resistencia de los nativos del lugar, resultó ser el documento de recomendación, que testimonió los méritos del capitán Francisco de Orellana, el 4 de febrero de 1541.
Del documento se desprende que Orellana había nacido en Trujillo, ciudad de Extremadura, región a su vez de donde habían salido muchos célebres conquistadores. También consta que estaba emparentado con la familia de los Pizarro y que él pasó de España hasta América hacia 1527.
Primero guerreó en el territorio de la actual Nicaragua y luego, ido ya al Perú intervino en Lima, Trujillo, el Cusco y en seguimiento del emperador de los Incas.
Tuvo parte destacada en la sujeción de Puerto Viejo, ‘donde ganó honra, pero perdió un ojo’. Poco después acudió a socorrer a los sitiados en Lima y participó activamente de la contienda entre los encomenderos, a favor de los pizarristas y contra los almagristas. De ahí que el gobernador Pizarro le diera provisiones a Orellana para que conquistare “la provincia de La Culata, en la cual fundase una ciudad”. Por cierto no era fácil la sujeción de esos parajes ya que estaban cruzados de varios ríos caudalosos, sembrados de ciénegas y con indígenas envalentonados por las derrotas que inflingieron a otros capitanes. Pero Orellana triunfó de estos obstáculos y luego de reducir a los indios procedió a fundar Santiago de Guayaquil en el sitio más ventajoso que en ocasiones había tenido (Toribio de Medina).
Iniciado por Gonzalo Pizarro el viaje hacia el Oriente en busca del país de la canela, Orellana organizó un contingente para acompañarle, de donde resultaron efectos de la mayor trascendencia, como el descubrimiento del río Amazonas, su navegación hasta el Atlántico y el posterior intento de conquistar todo el corazón de Sudamérica. Allí moriría poco después.
El padre Vargas recuerda el espíritu de las normas fundacionales en las Leyes de Indias y la ventajosa ubicación de Guayaquil, que anticipaba ‘su destino marinero y comercial’. El núcleo primitivo coincidió con Cerrito Verde, sobre la margen derecha, en el vértice natural de Daule y Babahoyo, “los ríos que han sido los caminos andantes que han dirigido su vida y su destino”.
Y con sobrio estilo agrega: “La localización geográfica ha determinado las condiciones del clima, lo que a su vez ha influido en el espíritu y vida de sus moradores, de carácter vivaz y franco, de visión amplia en la economía y la política”.