Aún estaban disfrutando sus vacaciones cuando algunos portales habían difundido las fotos de una gran fiesta en un lujoso yate que navegaba por el Caribe. Los hijos de un alto funcionario venezolano aparecían felices brindando con champagne junto a sus amigos, sin imaginar que el mundo vería las imágenes que ellos mismos habían colgado en Instagram. La pista llevó a descubrir, en pocos días, la opulenta nueva vida y la mansión en el “imperio” de un revolucionario mutado en boliburgués.
Las redes sociales se han vuelto aliadas para descubrir la corrupción. Hay aplicaciones para seguir la ruta de los aviones, o simplemente fotos y videos de quienes no resisten presumir su nueva condición económica y los comparten.
Cuando Cristina Kirchner aún ostentaba el poder, en un viaje de regreso de Vietnam a Buenos Aires, llamó la atención una parada del avión presidencial en las Islas Seychelles, sin agenda oficial alguna, por dos días. De inmediato, el periodista Jorge Lanata viajó y desenredó el ovillo de ese paraíso fiscal, al que poco antes el gobierno argentino había eliminado esa condición. Nacía “la ruta del dinero K”.
Dónde ocultan los funcionarios el dinero de las coimas, los sobreprecios por los contratos públicos, las comisiones por las exportaciones petroleras, la importación de derivados, por la deuda pública, la evasión tributaria y otros delitos es una interrogante cada vez más frecuente en Ecuador.
Despojar de las riquezas a los corruptos es hoy una exigencia colectiva; no hacerlo podría ser asimilado a un acto de complicidad inaceptable, más aún cuando el propio presidente Moreno ha repetido que pedirá la asistencia de La Organización de Naciones Unidas. Pero el tiempo pasa y no se efectiviza un acuerdo que haga suponer que existe real interés en hacer justicia con los dineros de la gente.
Hay temor de que la “cirugía mayor” pueda resultar una coartada tramposa, mientras la gente se indigna porque el tío Rivera, de Glas, ha sido llevado de la cárcel a un hospital y el exministro Espinel ya camina por las calles con grillete, por la decisión de una jueza de liberarlo de la cárcel.
Hay que actuar y rápido para localizar y rescatar el dinero y otros valores que se han llevado los corruptos y que la Comisión Anticorrupción calcula sobre los USD 35 000 millones.
En realidad, solo hace falta decisión política para contratar a empresas como la estadounidense Kroll Associates u otras de Suiza eficaces en su trabajo aunque cobran altas comisiones.
Tener tras las rejas a un ex vicepresidente, a varios ex ministros y altos funcionarios y a otros tantos andando por los tejados es apreciado por la sociedad como ejercicio de combate a la corrupción, pero es insuficiente. La gente quiere que se les quite lo mal habido, que no se les permita disfrutar la riqueza que le pertenece al pueblo. Por eso se pregunta cada vez con más insistencia: ¿Y el dinero pa’ cuándo?