Ecuador y Perú son países diferentes en su economía y en su relación con el entorno internacional. Aunque son hijos del Tahuantinsuyo, la historia y geografía marcaron en lo político diferencias más que similitudes, lejos de la problemática y conflictos territoriales. Dos hechos pueden considerarse importantes en la evaluación de estas características. El primero es de naturaleza geográfica y política. Perú siempre tuvo un centro político, desde la época de los virreyes, en la ciudad de Lima; por el contrario, el Ecuador repartió sus vocaciones por los senderos que marcaban la economía exportadora de la producción en Guayaquil y la conducción del Estado en Quito. En el campo político Quito tuvo la voz privilegiada en el siglo XX del Dr. Velasco Ibarra. Logró por cinco veces el favor popular a pesar de lo efímero de sus gobiernos, pero su presencia pulverizó a los partidos políticos; por eso, su impronta puede ser considerada la cuna del populismo en el Ecuador. Su herencia no fue partidaria sino modelo de regímenes verticales: líderes y masa.
El otro factor es la diferencia que ha marcado la violencia política. En el Perú, desde el siglo XX se generó una dicotomía entre militares y civiles. En plena Guerra Fría -con gran conciencia entre los múltiples orígenes que explica el fenómeno, debiera recurrirse a la expresión clasista del régimen casi absoluto General Manuel Odría, el “ ochenio”.
Como suele suceder, tras el autoritarismo surgió el populismo, y el deterioro de las estructuras que fueron frágiles ante la onda atómica de la Revolución cubana.
Surgió el terrorismo de Sendero Luminoso, y luego el fujismorismo que lo combatió hasta disolverlo.
Ecuador, probablemente debido a la atención puesta durante años en su problema fronterizo, ha sido el único país de América Latina que no ha sufrido violencia política. Además se destaca que la sociedad ecuatoriana, en toda América Latina ,es la de mayor integración entre el elemento militar y la sociedad civil.
En estas condiciones llego el año 2021 con sus elecciones en los dos países. En el Ecuador el triunfo de Guillermo Lasso ajustado puede ser representado parafraseando el slogan de la segunda vuelta con este: ‘Rafael no se te ocurra otra vez’.
Al Perú por su parte, la suerte electoral determina que debe escoger entre una opción de izquierda a caballo como en el viejo Oeste y una descendiente de Fujimori, que no oculta sus decisión de indultar a su padre.
Una lección dejan los dos países andinos que se podría aplicar a toda América Latina. Hay que eliminar el presidencialismo y el régimen clientelar que lo sostiene. Se impone el parlamentarismo. Gobernar desde los acuerdos legislativos y que el Jefe de Estado los ejecute. Si quieren nombrarlo rey, no importa. No pasa nada .