No debemos caer en desesperanzas porque el paro nacional obligó a un debate con responsabilidad sobre temas sustanciales que puede subir la resiliencia del Ecuador si los dialogantes son creíbles y se despojan de apetitos electoreros, para que haya certidumbre y baje el nivel altísimo del riesgo país que perjudica a las inversiones. Es urgente que el Presidente Lasso se serene y promueva una campaña internacional de restauración de la confianza y que los inversores ecuatorianos, que tienen sus excedentes en el exterior, emprendan en producciones nuevas de agropecuarios para exportación, como lo han hecho Perú, Chile y Paraguay, para demostrar que si confiamos en el Ecuador.
Respecto a la focalización de los subsidios a los combustibles nadie puede desconocer el peso fiscal de los USD
3 158 millones que nos costaría a todos los ecuatorianos los actuales subsidios, pero tampoco se puede soslayar la situación de los compatriotas muy pobres que necesitan movilizarse en vehículos en ciudades y campos. Entonces estos subsidios deben aplicarse solo para vehículos de servicio público y al gas doméstico, de modo que el que tiene más no reciba subsidios y el que tiene menos se beneficie de ellos.
Una gran mayoría de los ecuatorianos estamos de acuerdo en que deben bajar las tasas de interés para los préstamos pequeños a fin de mejorar el desarrollo de las microempresas, pero deberemos ser cuidadosos en cuanto a la condonación de deudas que es una práctica injusta porque crearíamos deudores privilegiados.
Así mismo, la mayoría quiere que empresas mineras formales exploten con responsabilidad ambiental las minas de oro, plata, cobre y otros metales para potenciar la economía nacional y los ingresos fiscales inherentes, porque esa riqueza mineral nos pertenece.
También estaremos de acuerdo en que el principal problema social es el empleo, que para crearlo se requiere racionalidad a fin de flexibilizar las relaciones obrero-patronales, para emplear a los desempleados sin perjudicar a los que ya están trabajando.