Los regímenes autoritarios tienen siempre la tentación del discurso único, ideologizado y doctrinario. Lo peor no es eso. Lo peor es la pretensión de que todos pensemos igual e igualmente aplaudamos los discursos del líder. En el Ecuador, durante años, asistimos a una cultura de sabatina y gigantografía que, por un tiempo, poco gracias a Dios, nos robó unas cuantas cotas de libertad. Para uniformar al pueblo y quitarle el pensamiento crítico, el control de la cultura se vuelve muy necesario. De aquí la importancia del control de los medios de comunicación y el valor de los siempre obesos ministerios de propaganda.
Quizá lo que los autoritarios no entienden es que la cultura es un derecho de las personas y un deber del Estado. Y no a la inversa. Así lo entienden la declaración de los derechos humanos, la Unesco y cuantos demócratas circulan por el mundo (una minoría alarmante).
Para calibrar bien el tema de la cultura conviene identificar bien los valores que promueve, las prioridades que suscita y los sentimientos que genera. En las últimas décadas se ha proyectado sobre la realidad una mirada mucho más crítica, integradora de lo diverso y de lo plural. Hoy estamos llamados a abrir los ojos, la mente y el corazón a manifestaciones culturales que, aunque no nos identifiquemos con ellas, merecen nuestro respeto y nuestro interés. Así me ocurre cuando, en España, visito el Museo de Arte Moderno Reina Sofía. Me resulta difícil identificarme con algunas de las tendencias que allí se exponen, pero incluso en las extravagancias descubro todo un mundo de sentimientos y de valores inadvertidos para mí y muy ajenos a mi vida cotidiana y a mi historia. Siendo sincero, prefiero cruzar la calle y zambullirme en el Museo del Prado. Resisto la tentación porque considero importante saber lo que otros respiran.
El Estado y la sociedad civil siempre tendrán un papel de protección y auxilio, de promoción y de rescate. Se trata, en el fondo, de una función ética que entre todos tenemos que ejercer: fomentar que la cultura y el arte puedan vivir y crecer en libertad.