Mohamed A. El-Erian*
Por lo que muestran los cambios de gobierno en Argentina y Brasil, las correcciones políticas a mitad de mandato en Chile y otros acontecimientos de la región, la política latinoamericana está dando un giro a la derecha. Pero más que un caso de “atracción” hacia las políticas económicas de la derecha, este complejo fenómeno es ante todo reflejo de un “rechazo”, relacionado con el crecimiento anémico y la mala provisión de servicios públicos, especialmente servicios sociales.
Podemos ver en este cambio una variante del floreciente idilio de los países avanzados de Occidente con los movimientos antisistema. Esto implica que los gobiernos de la región están obligados a mostrar resultados a sus ciudadanos, ya que de lo contrario, este giro no será sino una estación en un camino incierto (políticamente más complicado y económicamente más inmanejable) hacia un destino de mayor inestabilidad.
El cambio político en desarrollo se presenta de muchas maneras. Tras años de gobierno populista fiscalmente irresponsable del matrimonio Kirchner, Argentina optó por Mauricio Macri, un exempresario con una plataforma de derecha. En Brasil, el Senado inició juicio político a la presidenta Dilma Rousseff y la apartó del cargo transitoriamente a la espera de tomar una decisión final sobre su situación; el reemplazante ha dado señales de un alejamiento de las políticas del izquierdista Partido de los Trabajadores.
Incluso se dan cambios de rumbo sin cambio de gobierno. En Chile, la presidenta Michelle Bachelet obtuvo la reelección, pero su gobierno también dio señales de un giro a la derecha en sus políticas económicas. Cuba, bajo el presidente Raúl Castro, está ampliando el margen legal para la empresa privada.
Y en Venezuela, un país que coquetea trágicamente con la condición de ‘Estado fallido’, el gobierno de Nicolás Maduro se enfrenta a crecientes problemas económicos y financieros derivados de las políticas sin sustento fiscal de su predecesor, Hugo Chávez.
Confrontado a amplios faltantes de bienes y a mercados disfuncionales (incluido el mercado cambiario), el gobierno de Maduro ya perdió el control de la Asamblea Nacional, y la oposición busca acortar su mandato por medios constitucionales.
La dinámica política de la región obedece a varios factores clave. El deterioro económico resultante (que incluye profundas recesiones en Brasil y Venezuela) acentuó la insatisfacción popular con los servicios públicos y una vieja inquietud por la desigualdad y la malversación de fondos públicos. Esto es evidente incluso en países con una tradición de buena gestión, como Chile.
Los principales beneficiarios de las desilusiones económicas y sociales de la región son los partidos y agendas políticas de derecha.
*Project Syndicate