La democracia es la forma perfecta en la que el pueblo pierde su poder, pasándolea un solo individuo quien decide lavida de todos. El pueblo pierde el poder de resolver sobre su territorio, concediéndole a un solo personaje la potestad de disponer el destino de millones de personas y de la naturaleza que es para todos.
Los demócratas entregan su poder a gente que no conoce, y de quienes espera que sus decisiones sean acertadas. La democracia es la forma sutil en que millones han sido convencidos de que ser demócrata es la forma más elevada y superior de un ser libre.
La democracia no se diferencia en mucho de la monarquía, en tanto es un solo individuo el que toma las decisiones. La existencia de los tres poderes, ejecutivo, legislativo y judicial, es una pequeña limitante para que el poder no sea absoluto, pero es tan solo una variante del mismo sistema. Y algo parecido podemos decir de la dictadura, habiendo demócratas autoritarios que no se diferencian en mucho.
Ni la izquierda ni los más grandes intelectuales que se asumen como revolucionarios o los considerados como los más avanzados en el pensamiento humano son conscientes de que vivimos en la trampa perfecta, en la que el hombre demócrata es el esclavo ideal que soñó siempre el esclavista, tener a un pueblo que firma voluntariamente su esclavismo y que está convencido que es libre. Tan solo abogan por pulir la democracia, es decir, mejorar el esclavismo.
Ahora hay experiencias locales como la sociocracia y la biocracia, en los que nunca se entrega el poder a un individuo o grupo. Todos los miembros participan de la toma de decisiones y en las ejecuciones. Construyen colectivamente todo lo que se comparte dentro de un territorio. Todos ellos se inspiran en los milenarios sistemas comunitarios que practican la comuncracia. Estos modelos no son perfectos, pero son infinitamente mejores a la democracia, que el mismo Platón desconfiaba en Grecia donde surgió esta genial trampa.