El pasado domingo hubo elecciones en Alemania. Aunque los resultados de las votaciones confirmaron por cuarta vez en 12 años el triunfo del partido Unión Cristianodemócrata (CDU/CSU) de Angela Markel (32,9%), no tuvieron la misma suerte otras fuerzas políticas. La gran sorpresa fue la derrota histórica del partido socialdemócrata (SPD) al obtener un 20,5% de los votos y, al mismo tiempo, el avance del partido de extrema derecha Alternativa por Alemania (Afd).
Pese a que la votación de los partidos minoritarios no varió sustancialmente, el problema con el que se enfrenta Merkel es estructurar una mayoría que le permita formar gobierno no tanto con quienes son ahora de la oposición (SPD y Afd) sino con otras fuerzas políticas como los bávaros de la CSU, los liberales del FDP y los Verdes.
Si se toma en cuenta que en Alemania rige un sistema parlamentario, en el cual el Primer Ministro es resultado de las alianzas en el legislativo, Merkel tiene frente a sí la difícil tarea de unir bajo un mismo gobierno a cuatro partidos con programas y visiones muy diferentes. Todas estas fuerzas políticas tienen un enfoque distinto sobre la inmigración, la política europea, la zona euro o los impuestos.
Esto no solo que debilita la posibilidad de formar gobierno sino que incluso le restará margen de maniobra a Merkel en lo que respecta a la toma de decisiones y aprobación de leyes. Salvando las diferencias, más o menos los mismos problemas políticos que se presentaron en España luego de la irrupción en la escena de Podemos y Ciudadanos: serias dificultades para ratificar al primer ministro y complicaciones para la aprobación de leyes y presupuestos.
Y es que la preocupación de mantener el respaldo popular, por un lado, y dar cabida a los temas que son prioridad de los partidos de la alianza, por otro, los que van a incidir en el alcance de las políticas y acciones de gobierno. Es decir, Merkel, pese a representar la primera fuerza política, va a iniciar un nuevo mandato maniatada.
Esto preocupa no solo por el alcance de las decisiones que se pueden tomar a nivel interno (Alemania es la primera economía de Europa y motor de la Unión Europea) sino incluso a nivel internacional. En lo que respecta a Europa, hay problemas no solo con la integración después de la salida de Gran Bretaña (Brexit). Actualmente la Zona Euro, a razón de los expertos, sigue siendo disfuncional y vulnerable. De ahí que se hace urgente impulsar reformas como la idea de concebir la versión europea de un Fondo Monetario Internacional, de un ministro de Finanzas de la zona Euro, entre otros. En esto, por ejemplo, los liberales tienen una postura muy diferente.
En medio de este complejo escenario político veamos entonces cómo Angela Merkel asume un nuevo mandato, tratando de conciliar posiciones políticas diversas, pero al mismo tiempo asumiendo los retos que Alemania se ha planteado para seguir cumpliendo un rol protagónico en Europa y el mundo.
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