Los zapateros necesitan cuero para hacer zapatos. Ahora, imaginémonos un mundo donde el precio del cuero fluctúa libremente con el mercado, mientras que el precio de los zapatos está fijado por el gobierno.
En este “ejercicio teórico”, mientras el cuero esté barato, no va a ser un problema que haya precios regulados para los zapatos. Los precios oficiales serán de esas cosas que existen, por las que los zapateros se quejan con cierta regularidad, pero que no crean muchos problemas.
Pero inesperadamente, en todo el mundo, imaginémonos que el precio del cuero empieza a subir. No importa por qué, pero el cuero que se usa para hacer zapatos es cada día más caro. Y no hay alternativas: en este mundo imaginario sólo se puede hacer zapatos con cuero y punto.
A los pobres zapateros se les complica tremendamente la vida, Como no pueden subir el precio de los zapatos, no pueden pagar más por el cuero y se les dificulta conseguir su materia prima.
Tarde o temprano, van a producir menos zapatos, pero habrá mucha gente que querrá comprar zapatos nuevos (porque, además, están baratos pues el gobierno así lo determinó). Habrá escasez de zapatos y hasta racionamiento. Terrible.
Ahora gire su mirada hacia el sector financiero y tome conciencia que los banqueros tienen mucho en común con los zapateros, porque ellos también necesitan una materia prima específica (depósitos), a la que convierten en su producto final (créditos). No son mucho más que eso, y más aún en un país dolarizado como el nuestro.
Finalmente, tenga la paciencia de releer este artículo, cambiando “cuero” por “depósitos”, “zapatos” por “crédito” y “precio” por “tasas de interés”. Piense que el mundo está saliendo de una década y media de tasas de interés inusualmente bajas y que ahora están subiendo. Ojalá no suban mucho.