Cuenca se independizó dos veces. La una, el viernes 3 de noviembre de 1820. La libertad duró 47 días y fue obra de veinte patriotas calificados de “proscritos” por el señorío de la ciudad. Estos “proscritos” fueron el alcalde chileno José María Vásquez de Noboa, León de la Piedra, Juan Cisneros, Zenón San Martín, Tomás Ordóñez, Juan Álvarez, Pedro Zea, Miguel Pino, Vicente Monroy, Ignacio Ochoa, Felipe Serrano, Pedro Serrano, Manuel Serrano, José Sevilla, Pedro Argudo, Francisco Carrasco, Joaquín Salazar, Ambrosio Prieto, Pedro Rodríguez y Paulino Ordóñez.
El sábado 4 de noviembre, Javier Loyola, párroco de Chuquipata, -a siete kilómetros y medio de Azogues-, bajó a Cuenca con hombres armados, venció a los españoles y selló la independencia. Mención especial merece la señora Margarita Torres, esposa de Paulino Ordóñez y madre del capitán Tomás, mujer generosa y decidida.
El 15 de noviembre fue expedida la Constitución Política de Cuenca. Se nombró a Vásquez de Noboa presidente de una Junta de Gobierno. Poco duró la libertad, pues el coronel Francisco González con 600 soldados curtidos en la guerra venció a un millar de patriotas mal armados y faltos de experiencia militar. Hubo un negociado en la compra de fusiles. El combate se dio en Verdeloma, hoy Biblián, el 20 de diciembre de ese mismo año. Murieron doscientos patriotas, los heridos y prisioneros fueron 180. González ordenó fusilar a veintiocho cabecillas en la plazuela de San Francisco.
La segunda y definitiva independencia se dio en la campaña libertadora emprendida por el general Antonio José de Sucre desde Machala y Saraguro.
El 21 de febrero de 1822, al mando de sus tropas entraba triunfante en Cuenca. Prosiguió su misión subiendo por el callejón Andino y la culminó el 24 de mayo en la batalla de Pichincha en la que un joven cuencano de 17 años y pocos meses tuvo un comportamiento heroico. En la plaza central de Cuenca, el monumento a Abdón Calderón entre seculares pinos Araucaria, plantados por el presidente Luis Cordero Crespo, recuerda a Cuenca que cada día debe ser siempre mejor, más bella, más solidaria. Y así lo ha hecho, pues hace casi veinte años recibió el honor de ser declarada Ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco).
Cuenca había empezado bien desde su nacimiento. Fue fundada por orden de Andrés Hurtado de Mendoza y Cabrera, segundo marqués de Cañete y tercer virrey del Perú, el lunes 12 abril de 1557. El capitán Gil Ramírez Dávalos ejecutó la orden del virrey. La fundó, tanto sobre las ruinas de la ciudad cañari llamada Guapondelig, como sobre las ruinas de la ciudad inca Tomebamba. Tres ciudades en un mismo lugar de privilegio. “¡Reina hermosa de fuentes y flores, / Cuenca ilustre de galas vestida / rebosante de luz y de vida, / lujo y honra del noble Ecuador! (Himno de la ciudad). ¡Viva Cuenca!