Ahí está, bien disimuladita, pero ahí está. No se ha movido. Y la herramienta para tan eficiente disimulo se llama deuda pública.
Con la caída del precio del petróleo, era de esperarse que nos venga una crisis. En esto es importante aclarar que la palabra ‘crisis’ debería entenderse como una “fuerte desaceleración de la economía”, pero no como una contracción o, menos aún, como un colapso.
Cuando una economía se desacelera, sigue creciendo, pero lo hace más lentamente. Para el Ecuador eso significa que creceremos en 1,9% en el 2015 (según el Fondo Monetario Internacional, FMI) y que este será el cuarto año consecutivo de desaceleración económica.
En otras palabras, desde el 2011 (en que tuvimos un muy bien crecimiento), cada año hemos crecido un poco más lento. Así, el año 2014 el PIB creció al 3,8%, el doble de lo esperado para este año.
Nuestra economía se ha vuelto altamente dependiente del precio del petróleo y el cordón umbilical que junta el PIB con el precio del barril es el gasto público. Cuando el petróleo sube, el gasto aumenta y la economía se dinamiza. Cuando ocurre lo contrario, el gasto cae y la economía se frena.
Y todo esto ocurre porque el gasto público se ha convertido en el principal motor de la economía, lo cual no es el mejor escenario. Lo ideal sería que el motor de la economía sea la inversión privada, pero desde el 2007 esa inversión ha venido cayendo en relación al tamaño de la economía. Por lo tanto, el rol protagónico en dinamizar la economía lo ha asumido el gasto. Y si el gasto depende tanto del petróleo, toda la economía depende del petróleo.
Pero la crisis no se siente. Si bien se oye que las empresas están “apretadas” de plata o que está más lento el cobro de cuentas, tampoco se siente un gran frenazo de la economía. Y algunos indicadores señalan lo mismo. Por ejemplo, las importaciones, que son un buen nivel medidor del nivel de actividad, han caído poco, a pesar de las salvaguardias. ¿Dónde está la magia?
No hay ninguna magia, simplemente hay un gasto público que no cae a pesar de la caída del precio del petróleo. Y eso se logra con base en una buena dosis de endeudamiento público que permite mantener el gasto alto (y la economía moviéndose). En lo que vamos del año, la deuda pública ha crecido en unos USD 500 millones mensuales, lo cual es una fuerte inyección de recursos a la caja fiscal.
Entre enero y marzo de 2015 (último dato disponible) la deuda creció en USD 1 557 millones y parecería que en abril y mayo el ritmo no bajó. Con eso se puede mantener a raya los síntomas de la desaceleración. Y mientras siga habiendo este flujo de financiamiento, nada tiene por qué cambiar.
El problema es que mientras sigamos con ese ritmo, la deuda pública crecerá, cada mes, en USD 500 millones, lo que equivale a medio punto porcentual del PIB. Y eso preocupa.
@VicenteAlbornoz