Las corrientes migratorias han marcado la historia de la humanidad. Así como las guerras han trazado los mapas, a placer de los vencedores, diversos factores han movido desde antiguo, a millones de series humanos lejos de su tierra natal.
A saber, los principales flujos migratorios tienen que ver, justamente con las guerras. Muchas veces esos conflictos bélicos de mayor o menor intensidad alientan corrientes migratorias, especialmente la guerra es prolongada.
Pero no es la guerra el único detonante de la dura decisión de abandonar la casa, y la familia, muchas veces no son nada claras las expectativas de un pronto retorno y en incontables casos, el viaje es de por vida.
Más allá del refugio por conflictos internos o forzadas por calamidades y efectos naturales, los aspectos económicos son motor contundente para marcar la migración. En situaciones límite el hambre mueve a miles y miles de personas.
En el siglo XXI, los conflictos bélicos en Siria, donde una larga guerra civil devastó ciudades y aniquiló a miles de personas, alentaron un éxodo masivo. Primero fueron rumbo a Turquía, muchos pasaron a Europa y otros fueron cercados cuando se empeñaban en ese propósito, quedando condenados a un limbo lacerante. Provenientes de Oriente Próximo también se movilizaron grandes masas humanas como efecto de la acción terrorista del autodenominado Estado Islámico y su estela sangrienta.
Ante este fenómeno Europa no sabe cómo reaccionar. Si bien el flujo no ha parado durante el último siglo, la colectividades originarias de las regiones receptoras de flujos migratorios no saben como procesar esta realidad. Italia tuvo tensiones por los aspectos religiosos de las comunidades musulmanas provenientes del norte de África.
Antes, Argelia movió masivas oleadas rumbo a Francia y su asimilación allí no ha sido cosa fácil.
España también ve llegar a sus costas las pateras que vienen del mar y que traen a personas que se van de Marruecos. Los registros del drama humano son intensos.
Para el caso de Ecuador, en España vive más de medio millón de compatriotas ( su registro no ha sido fácil de establecer ya que muchos llegaron sin papeles en regla), la desesperación ocasionada por la quiebra bancaria y la crisis ‘expulsaron’ a compatriotas hacia España e Italia, en especial.
Pero no cabe olvidar que en Estados Unidos viven ecuatorianos que superan el millón y que correspondieron a distintas corrientes migratorias en busca del sueño americano.
Por eso es que ante la cada vez más fuerte migración venezolana el absurdo más grande que podemos imaginar es la reacción de xenofobia que merece repudio.
Un país que ha enviado, como Ecuador, a millones de personas afuera de casa bien haría en comprender el drama humanitario de quienes huyen del hambre, la pobreza, la crisis y la falta de libertades.