El mundo y los líderes iberoamericanos en particular han tenido sendas oportunidades de confirmar en los últimos 40 días, el carácter, conceptos y estilo del presidente Correa y su gobierno. A fines de setiembre fue la no participación del Mandatario en el foro internacional de las Naciones Unidas mientras asistía en la región neoyorquina a enfrentados conversatorios o fiestas confrontadas, para denostar a periodistas y medios independientes de nuestro país.
En la audiencia de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos la sola presencia del Presidente de la Corte Constitucional como delegado de Correa daba razón a los peticionarios que la solicitaron. En vez de rebatir las acusaciones particulares de periodistas que se consideran perseguidos judicialmente por sus investigaciones u opiniones, el procurador del Estado, Diego García, sostuvo la existencia de libertad de expresión en el país; y el canciller Ricardo Patiño, cínicamente evadió el motivo de la convocatoria hablando de obras del Gobierno y atacando con la acostumbrada agresividad del Régimen a los medios privados de comunicación. La exhibición de una recopilación de actuaciones presidenciales contra la libertad de expresión y que favorecen la concentración de poderes, presentados por los peticionarios de la audiencia, evidenció la actitud persecutoria y autoritaria del presidente Correa ante los miembros de la CIDH.
A fines de octubre , en el marco de la XXI Cumbre Iberoamericana, Rafael Correa hizo un personal desplante a Pamela Cox, vicepresidenta del Banco Mundial para América Latina, quien habría negado un crédito al Ecuador años atrás y había sido invitada al evento. Demostrando su intolerancia, Correa abandonó la sesión mientras el sorprendido anfitrión Fernando Lugo, presidente de Paraguay, ratificaba que la Cumbre “es un foro abierto, amplio donde se escuchan a las personas, las ideas”.
En estas tres actuaciones internacionales el gobierno de Correa ha hecho gala de intemperancia, autoritarismo y prepotencia. Es difícil entender si son reacciones propias del carácter conflictivo del Presidente o son actitudes estudiadas que buscan posicionar a Correa como sucesor de Chávez en el liderazgo de la Alba y de los pocos países contestatarios al orden jurídico internacional y al desarrollo del comercio mundial.
En cualquier caso, esas agresivas actitudes gubernamentales en foros internacionales, y las nuevas cargas impositivas propuestas, no favorecen al ingreso de capitales ni impulsan inversiones nacionales. Esto dificulta la creación de nuevas fuentes de empleo, lo que es fundamental para disminuir la pobreza, mejorar la seguridad y dar esperanza de prosperidad a las mayorías .