Esta semana se instaló la Convención Constitucional en Chile. Un evento histórico, no sólo porque por primera vez se escribirá una constitución en ese país desde la diversidad que lo compone, incluyendo una presidenta mapuche, sino porque por fin se discutirá políticamente porqué Chile llegó a una situación crítica en lo social y lo político. En el tema internacional, el primer caído es el Acuerdo Transpacífico (TPP) que, al no haber sido ratificado por el Senado antes de la convención, ha pasado a mejor vida pues la mayoría de los representantes constituyentes no sólo están en contra de los TLCs, sino también de la inversión extranjera.
Lo irónico de esta historia es que Chile fue por mucho tiempo el líder de América Latina en este tipo de tratados. Pocos saben que Chile le propuso a EE.UU. firmar un tratado de libre comercio antes que México, pero EE.UU. optó por este último porque era su segundo socio comercial (después de Canadá) y era el paso lógico en términos de integración.
Chile también fue el primer país de América Latina en negociar un TLC con China y uno de los cuatro pioneros (junto con Nueva Zelanda, Singapur y Brunei) en proponer el TPP. Chile -junto con Japón- decidió seguir con el reto tras la salida de EE.UU. y usó la oportunidad para negociar reglas más justas en industrias culturales, derechos indígenas y, cadenas globales de valor.
Chile es de los países que más y mejor exporta en América Latina en proporción a su tamaño y población, después de México. ¿Por qué el fracaso entonces? ¿Por qué el rechazo de todos los logros comerciales de Chile casa adentro? Hace años discutimos esto a profundidad con Manuel Chiriboga, entonces negociador del TLC Ecuador-EE.UU., dado que el Ecuador se había convertido en el país contra-factual: el único en la cuenca del Pacífico sin TLC con EE.UU. Y se ha convertido en mi pregunta de investigación. Como siempre, las respuestas siempre son más complejas dependiendo del país y pasan por desentrañar esa caja negra llamada “modelo”. Pero en el espacio latinoamericano, el eje de las respuestas tiene directamente que ver con la falta de democratización y universalización de mecanismos de protección social y objetivos económicos: la mayoría de la población sigue sin ver beneficios sociales redistributivos a pesar de las inmensas ganancias en comercio.
No hay una relación causal entre libre comercio y pobreza, pero como ésta última no amaina, el crecimiento de las dos al mismo tiempo ha causado esta creciente ola de rechazo en Chile que también ha sido evidente en Perú. Y para variar, las discusiones sobre comercio siguen siendo tan elitistas que sólo los comités empresariales creen tener derecho y conocimiento suficiente para liderarlas. Lo vi en Chile y Perú. El líder de los sindicatos en Chile me llegó a decir que era rarísimo que alguien quiera saber su opinión sobre los TLCs porque nunca lo han dejado participar. En síntesis, el problema económico (y comercial) de América Latina es político.