Estoy de acuerdo con lo manifestado por don Jorge Vivanco en su editorial del viernes pasado, quien sostiene que con la consulta popular planteada por el presidente Correa, se le ha dado una oportunidad a la oposición para que juegue un papel importante en el convivir nacional. Ojalá que ello suceda, porque hasta ahora, ésta ha brillado por su ausencia. Esa oportunidad va a ser aprovechada por un importante grupo de políticos retirados y de empresarios, en el que se destaca el ex presidente Hurtado, quien en mi opinión, va tratar de obtener que el Tribunal Constitucional rechace las preguntas sometidas a su consideración por el Presidente. Un importante diario de Guayaquil, lo califica como un “Foro democrático contra el Correísmo”.
No cabe duda que la forma como se han redactado las preguntas: “Con la finalidad de’ está usted de acuerdo’”, induce a que los ciudadanos contestemos afirmativamente todas ellas, las cuales además, contienen principios universales, contra los que nadie puede estar en contra.
Sólo una Asamblea Constituyente puede modificar la estructura fundamental de la Constitución o el carácter y elementos constitutivos del Estado. Es evidente, que al reformar la organización de la Función Judicial (sustituir al Consejo de la Judicatura por una comisión temporal para reestructurar el sistema judicial), se está afectando la referida estructura.
Una cosa es enmendar la Constitución y otra es reformarla. Lo propuesto por el presidente Correa en realidad no es una enmienda a varios artículos de la Constitución, sino una reforma constitucional. Como por lo menos uno de los artículos que él propone “enmendar”, restringen derechos y garantías constitucionales, ese proyecto de reformas constitucionales ni siquiera pudiera ser tratado por la Asamblea Nacional, en dos debates, ni aprobado por las 2/3 partes de los asambleístas, ni sometido a referéndum. Sólo cabría elegir a una nueva Asamblea Constituyente para que elabore una nueva Constitución, lo que implica que el Gobierno de la Revolución Ciudadana, acepte que la Constitución del 2.008 constituye un fracaso, lo cual temo que no va a ocurrir.
Un Gobierno que tiene amplia mayoría en la Asamblea, debería ahorrarse los aproximadamente 30 millones de dólares que cuesta la consulta y obtener que los asambleístas reformen la Constitución, sin restringir ninguno de los derechos establecidos en el art. 66 de la Carta Magna, pero la consulta pondrá al Presidente nuevamente en campaña, en la que demostrará que todavía es políticamente imbatible.
Así como un cantante requiere subir al escenario para recibir aplausos, el presidente Correa necesita -cada cierto tiempo- que el pueblo vote por él o por lo que él propone, para demostrar su popularidad.