Condena ideológica: ultraderecha

Mientras las izquierdas se deshacen y, como acontece con organizaciones que se definen ante todo por la ideología, se fraccionan; en cambio, las derechas extremas en Europa logran más votos, como sucedió en las últimas elecciones al Parlamento europeo.

Desempleo, relaciones sociales que cambian tan rápido, pérdida de futuro, la comunidad de pertenencia de uno se desfigura o una amenazante crisis económica deslegitiman aún más a partidos, políticos y a la política, al punto que se vuelve seductor el discurso de los extremos como el de la derecha extrema, hasta ayer condenada. Predominan la búsqueda de seguridad y certezas que la extrema derecha ha izado en su símbolo. La gente está lista a aceptar autoritarismo a cambio de seguridad, lo que es una constante histórica, es el terreno propicio para esta extrema derecha y los populismos.
El incremento del voto de la extrema derecha (FN) en Francia muestra, además ,que ahí se unen la sanción de la izquierda al Partido Socialista y la expresión de su descontento con la abstención.
La extrema derecha aparece con alto porcentaje de voto debido a la alta abstención electoral. Menos gente vota, más pesa el voto de extrema derecha. La izquierda orgánica, quisquillosa de sus ideales, termina votando contra los socialistas o se abstiene para sancionarles, por políticas discordantes con sus ideas. Sanciona a los socialistas que, al ser partido mayoritario y que disputa el Gobierno, abordan temas sensibles para la mayoría o los hacen volviéndose más cercanos al centro, inclusive a la derecha.
Los socialistas, como acontece con los partidos de centro izquierda o de izquierda moderada, pierden a su izquierda votos decisivos, militancia indispensable, sin que logren compensar con lo que ganan al centro o a la derecha. Al contrario, acaban en una identidad que para el común de los ciudadanos ya es cercana a la derecha, termina en mayor indecisión y, finalmente, se convierte en legitimador de propuestas de la derecha, así que parte de su electorado prefiere abiertamente pasarse a la derecha.
A la hora de los hechos los matices cuentan poco para masas en inseguridad y sin la visión de futuro seguro que tenían con el Estado de Bienestar. Paradójicamente, entonces, se legitiman los extremos de derecha o de izquierda que condenan los hechos y encuentran culpables en los abusos del poder o irresponsabilidad de los políticos: buscan sancionarlos.
Los primeros ponen acento en reivindicar un pasado idealizado y el encuentro de la nación, mientras los segundos privilegian sancionar los evidentes abusos de la concentración del capital, cada uno tiene así salidas milagrosas, Pero la realidad internacionalizada y de acelerados cambios productivos, es más compleja, acumula contradicciones que van mal con los milagros. Lo seguro es que ahora no hay alternativas a la vista, lo cual hace más aceptables las políticas de simple condena a lo que anda mal.